21. ¿Sabes quienes son?

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Se lo arrebaté a Mam en cuanto lo vi, avergonzada y agobiada por si él también lo había leído

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Se lo arrebaté a Mam en cuanto lo vi, avergonzada y agobiada por si él también lo había leído.

—¿Una cita? ¿Con quién? —me preguntó.

Bien, había visto el mensaje, pero no quién lo enviaba.

Ignoré la pregunta como si no la hubiera escuchado y tecleé una respuesta rápida para Agus. Este, preocupado por el tono vago de mi mensaje, me llamó al instante. Saber que contaba con su ayuda era como una fresca brisa de verano en comparación con lo que vivía a diario entre esas cuatro paredes.

—¿Te ocurrió algo? ¿Puedes hablar? —inquirió desde el otro lado de la línea.

Sentí las miradas de los chicos sobre mis hombros. Pegué el teléfono a mi oreja.

—Estoy con mis primos, Dani. ¿Y tú?

—Entiendo —respondió Agus en voz baja—. ¿Hay forma de que puedas hablar?

—No, no me gusta ese restaurante en realidad. ¿Te parece si lo discutimos en persona?

—¿Estás en peligro?

—No lo creo. —Miré de reojo a mis tres compañeros de cuarto.

—Tranquila, voy a ayudarte. Quedamos en el patio del instituto, ¿sí?

—Me parece buena idea; si puedes comprar entradas privadas, mejor.

Corté la llamada algo más aliviada; esperaba que Mam, Levi y Amon no se hubieran percatado de nada. Después del error de la noche anterior con la pluma, no me podía permitir el lujo de darles pistas.

***

De camino al instituto, me puse al lado de Dania, en el único sitio donde ninguno podía ver mi pantalla.

Porque era hora de tomar al toro por las astas: había decidido recabar información. Podían matarme si querían, contra eso no podía hacer nada. Pero si me iba a morir, quería saber quiénes eran los culpables.

El inconveniente número uno se presentó cuando escribí «Mam» en el buscador y no apareció nada. Recordé haber oído que ese no era su nombre completo.

Pasé al nombre de Amon.

En realidad, me daba un poco de vergüenza buscarlos, ya que sentía que los estaba stalkeando, pero sabía que, al tener más información, me sentiría ligeramente más segura. Aunque solo fuera por un rato.

Deseé haber agarrado uno de los dulces sobrantes de mi cuarto cuando mi pantalla me mostró una figura de brazos rojos, cabeza de cuervo y alas negras. Sentí que mi corazón se aceleraba a causa del espanto. Me apresuré a abrir el primer enlace que me apareció.

«Este demonio puede manipular a las personas e inducir al odio y la enemistad. Puede provocar peleas, rabia, sed de venganza y una ira incontrolable».

Un templo encantador │YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora