En Los Mapas De Tu Piel

42. Temer

Teme

Temido

Temiendo

He temido y temo

Temiendo lo que no quiero temer

Y habiendo temido lo que no quiero

No temo lo que quiero temer

A ti

CEPEDA

23 DE JULIO

Dicen que no hay peor sueño o pesadilla que aquel que nos visita cada noche y lo crea nuestro propio cerebro, lo que temer...

Dicen que el ser humano puede crear miedos como mecanismos de defensa, para hacernos cautos...

Dicen que tener miedo a veces es necesario.

Dicen que a veces temer es lo sabio Y sin embargo yo no quería temer. No quería sentir que había sido un error cruzarme con la persona que me hacía sonreír cuando aún me sentía hundido, y me hacía temer la distancia cuando siempre me había gustado tener cierta soledad, no podía convencerme de la lógica que indicaba mis conexiones neuronales que había sido erróneo tropezarme con ella cuando estaba a punto de perder la dirección, pero puse vista puesta en el sendero correcto.

Puede que estuviese en un sendero paralelo que yo mismo había cambiado para toparme y volverme a topar con ella...

Así lo sentía a veces, que yo con mi deseo de volver a verla y no olvidar el pasado había cambiado el camino, aunque ¿Acaso no era cierto que las coincidencias existían? ¿Acaso no dicen del destino?

Era complejo tener miedo cuando la vida te conducía a tropezarte con alguien dos veces en tu vida, quizás más, porque estaba convencido que aunque ella se alejase, tarde o temprano nos encontraríamos de nuevo. ¿Tenía que temer acaso la suerte de reencontrarme con ella?

Lo lógico era que sí, una parte de mí se resistía, los recuerdos de sus ojos junto al tacto de su piel me lo impedían, aunque era humano, pasaron días y días sin poder recibir su voz a mis oídos, sino monosílabos que indicaba que seguía ahí en mensajes desangelados, y es entonces que mi fortaleza flaqueó y mi mente divagó.

Aitana había estado contagiada en los últimos dos años, al igual que Pablo y quizás Miriam, los tres, y yo que había estado con ella hace dos años y ahora ¿se suponía que no?
Eso... una suposición, porque las pruebas no eran aún determinantes.

No quería pensar en ello, aunque recurrentemente volvía a mí la idea de ¿y si en la siguiente prueba doy positivo? Es duda me asaltaba y conseguía esquivarla, sortearla, bordearla, incluso escacharla para no pensar hasta que el insomnio me atacó y mi mente tomó el control y caminó por los nervios más vulnerables.

Era cierto que le había pintado a Aitana una perspectiva muy positiva, aunque en el fondo había cierto temor.

No, tener VIH no era lo mismo que estar completamente sano.

Si, se podía convivir con ello y a eso me aferraba, aunque el miedo a veces es un mecanismo de defensa para no ser temerarios...

No me había planteado el impacto que sería que te dijeran; "oye sí que estás infectado, pero tranqui que eso como si nada tomándote pastillas como chuches", la ironía como método defensivo.

Y es que aunque estuve al lado de Aitana en ese momento de saber el resultado, tras varios días dudando de si estaría o no contagiada, no es lo mismo sentarte uno mismo en la butaca frente a frente a la realidad menos optimista ante ese resultado.