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Ella bailaba, como nunca, sin vergüenza, daba vueltas, levantaba los brazos, daba pisadas al ritmo de la música imaginaria, caminaba hacia adelante dando aplausos con el mismo ritmo.

Se sentía bien, se sentía feliz, sonreía, cerraba los ojos y giraba la cabeza hacia los lados, su cabello revoloteaba. Despeinada iba por toda la casa. Una casa sola, para ella, con sus movimientos extraños, que a decir verdad no haría con cualquiera. Se sentía en paz.

A ella le gustaba sentirse así, cerraba las puertas de la casa para quedar fuera del límite de las miradas, desnudaba su cuerpo al ritmo de la música, de la cual jamás pudo aprender su nombre ni su letra pero aún así simulaba cantarla, tal vez en otro universo cantaría cada verso perfectamente, pero aquí, en este momento no le importaba realmente que decía ni como cantaba.

Se olvidó por un momento de esa paranoia al pensar que podría haber cámaras ocultas, como había pensado desde que era pequeña. 

Movía sus manos por su cuerpo, para después pasarlas a su cabello y dar pequeños tirones mientras movía sus caderas, aquellas que tanto le avergonzaban y al mismo tiempo más amaba. Bailando por toda la casa llegó hasta su cuarto y se detuvo ante el espejo con una mirada asustada al darse cuenta de lo que hacía, pero volvió.

Ella volvió a carcajearse y se giró para seguir bailando ¡De verdad que no le importaba! Sentía que podía hacer lo que quisiera, quería gritar, escribir, bailar, volar, tener miles de vidas y hacer miles de cosas, en ese baile reflejaba sus sueños, sus deseos, su todo, porque eso era ella, todo lo que entregaba en esos momentos.

¡Oh! ¿Pero qué fue eso? Alguien trata de entrar a la casa, lo sabe porque la mayoría de sus puertas hace ruido por lo viejas que están.

Ella asustada y divertida toma su ropa y se va corriendo hacia el baño mientras gritaba que ya casi iba a salir, pues tenía que saludar y saber de quien se trataba.

Y antes de salir, sonríe por su momento loco en el que se dejó llevar, porque solo ella podía respirar y conocer ese aire en el qué, ella bailaba, como nunca, sin vergüenza.







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EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora