El fin del principio de todo

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Capítulo 1:

El fin

Es un día nublado con mucho viento que proviene del norte, hace frío y todos los pronósticos apuntan a un inminente diluvio, pero ahí está él.

Sí, ahí estoy yo, un miserable y desolado individuo de saco y corbata, sentado en un banco, esperando el último tren para partir sin antes culminar el trabajo que me habían encomendado, uno de tantos que siempre he hecho a lo largo de mi existencia.

Me siento cansado y con ganas de llorar; así como ustedes se sienten tras una desesperante y estresante jornada de trabajo, donde tienen que aguantar reuniones sinsentido, jefes tiranos y la incomodidad del tráfico. Sí, sé del estilo de vida de algunos de ustedes, puesto que siempre los he estado vigilando, tal vez por eso estoy con aquellos ánimos, ustedes no se imaginan lo que les tienen guardado.

Fijo mi mirada hacia el deprimente firmamento y la primera gota cae sobre mí, era el indicio del cruel destino que se habían forjado, sumado a eso, el viento empieza a ser cada vez más feroz y feroz, las aves salen disparadas, todo eso sucede mientras sostengo mi reloj de bolsillo.

Esto es solo el principio.

De repente, las personas que se encontraban alrededor mío empiezan a caer muertas; hombres, mujeres y niños, todos, sin distinción alguna, la labor de mi trabajo había comenzado. Escucho las súplicas de algunas madres, rogando para que a sus hijos no les pasara nada, otros están gritando dolorosamente su lenta agonía y otros simplemente aceptan tal destino. Es el fin de la humanidad, una humanidad que acumuló puntos para propiciar su desastroso término, ¿quién lo hubiera imaginado?, se le dió a elegir, y entre infinitos posibles finales diferentes, han escogido el que más ha representado su alma y su conciencia.

Entonces la tristeza y desolación me superaron y una lágrima, sin prisa, sale de mi ojo izquierdo y recorre mi cara poco a poco hasta que cae en el piso de la estación, diviso a la lejanía el tren, la fachada perfecta para encubrir el motivo por el cual había estado sentado todo este tiempo y sin poder intervenir en la masiva purga, no sé por qué me da la sensación de estar siendo siendo esperado en este mismo momento, elevo la mirada y efectivamente confirmo mis sospechas: al otro lado de las vías se encontraba ella, mi supervisora, la mujer que me llevaría de vuelta al lugar donde suelo estar en mis horas de descanso, me pongo de pie y justo está el tren enfrente mío, me dispongo a bordearlo para reunirme con aquella mujer y vaya sorpresa hallo.

Esto pudo haber sido un milagro, uno que no me fue notificado, era la primera vez que me pasaba esto, aunque por extraña razón no me siento satisfecho, pienso que he fracasado en mi labor; el tren está alejándose y la lluvia disminuía progresivamente, desde hace un buen rato no hacía viento, como aquel que fue el causante de esta depuración, puesto que traía consigo esporas altamente tóxicas. Están ante mis ojos dos núcleos de personas, las cuales intuyo que son familia, familias sin relación entre sí, de golpe, escucho una dulce y tierna voz que dice:

- ¡¡¡¡Papi papi!!!! ¿Puedo jugar a saltar en los charcos? — exclamó energéticamente la niña—.

- Por supuesto hija, ve — replicó el padre —. Mientras luchaba por sacársela de su hombro sobre el cual se había balanceado.

Aquella escena conmovió mi corazón.

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⏰ Última actualización: May 04 ⏰

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