Llegar a una escuela donde no conoces absolutamente a nadie es frustrante, y más si terminas por conocer a Dylan Donnet, un irritante y completo idiota, con un ego grandísimo. Que gracias a él formarás parte de una apuesta. ¿Verdad que es un idiota...
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POV SAM
Ha pasado dos meses desde la última vez que Carlos me habló y no lo ha vuelto hacer, hasta ahora. Y eso por alguna razón me tranquiliza.
Esta vez decidí no ocultárselo a nadie. Esa misma noche le hablé a mi madre y fuimos a la policía.
Me pidieron mi celular, para averiguar de dónde venían los mensajes, pero no encontraron nada.
Carlos ha dañado parte de mi vida, pero no le permitiré que continúe haciéndolo.
El día de hoy fuimos a nuestra primera ecografía y se sentía una emoción inmensa, ni hablar que Dylan casi, casi se echa a llorar.
— ¡Sammie! ¡Ya llegué! ¡No sabes las vueltas que estuve dando solo por el mango verde que se te atojó!
Reí por la expresión en el rostro de Dylan, hace casi más de una hora de la nada se me vino un antojo de querer comer mango verde con sal. Y bueno él quiere cumplir todos mis antojos al costo que sea.
— Amor, te dije que, si no podías, mejor lo olvidaras.
— Y dejar que te quedes con ganas de ese antojo. No mi amor. Ya te lo traje, ahora iré a pelarlo.
Dylan va a la cocina a pelarme el mango verde, aunque le dije que podía hacerlo yo sola, pero insistió.
— ¡Amor!
— ¿Qué pasó Dy?
— ¿No sabes a quién me encontré cuando estaba en busca del mango?
— No amor, no sé. — respondo algo obvia y claro cómo saberlo si no estuve con él.
— A Elisa.
— ¿Elisa? — trato de recordar. — ¿Elisa Vega? ¿Aquella que abofeteé el día que me mostró la grabación de la apuesta?
— Esa misma, amor. — dice dándome la razón. — ¿Espera la golpeaste?
— Bueno, fue en un momento de enojo. Después de todo no me arrepiento.
— ¿Así serás cuidando a nuestros hijos? ¿Mano dura?
— Peor. — respondo. — Y bueno ¿Qué te dijo?
— Bueno hablamos muy poco, la verdad, estaba apurado. No quería dejarte mucho tiempo sola. — dice alcanzando el mango ya pelado en un pequeño recipiente junto con un poco de sal.
— Muchas gracias. — Le recibo.
— Está embarazada. Me contó que iba a cumplir siete meses. Si vieras su barriga está enorme.
— Me alegra. — dije solamente.
— ¿Fue sarcasmo, Sammie?
— No, para nada. Y me alegra que esté formando su familia.
