22. El Inicio De Mi Perdición

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Mi semana se basa en medicamentos, llantos, dormir a base de pastillas y tener ataques de pánico

Desde el día en el que toda esa gran verdad exploto frente a mí, mi vida no a sido la misma, ni mi forma de pensar, ni mi forma de vivir han vuelto a ser normales

Cada vez que cierro los ojos esa imagen vuelve a mi cabeza y un dolor indescriptible se apodera de mi pecho, ahí es cuando me rompo y vuelvo a repetir el mismo proceso de todos los días...

—Hey...—Escuché una voz dulce llamarme desde la puerta de mi habitación mientras miraba con tranquilidad por la ventana escondida entre mis cobijas, con mi mente en blanco y sin nigún sentimiento presente—Oye linda, ¿qué tal estas?—Cuestionó Jack haciendome mirarlo de reojo, suspiré y le di una pequeña sonrisa fingida, había estado tan al pendiente de mi que al menos no le podía negar verme sonreír un poco, al menos si esa sonrisa en verdad no era sincera

—Eh estado mejor, pero me siento bien no te preocupes—Susurré mientras observaba como se sentaba a mi lado y acariciaba mi mano con cautela—¿Y tú?

—Extrañando mirar esa sonrisa que alegraba mis días—Respondió con un poco de tristeza haciendo que me recostara de su pecho, suspiré y solo miré como jugueteaba con nuestras manos un nudo se formo en mi garganta al sentir como besaba mi mejilla—¿Linda, no crees que es tiempo de que retomes otra vez tu rutina?, sabes que odio verte tan deprimida en esta habitación tan solitaria—Aclaró entrelazando nuestras dedos, me estremecí un poco pero se aferró a mi

—No tengo ánimos de nada Jack—Respondí en un tono neutro cerrando mis ojos

—Mira, no deje que te deprimieras el primer día en el que nos reencontramos, así que no me daré por vencido ahora—Avisó suspirando frustrado—Nena, Apolo extraña que le hagas mimos, a estado toda esta semana deprimido al igual que tú, ni siquiera conmigo se siente agusto—Refunfuñó con tristeza. Apolo, diablos, lo había estado evitando todo este tiempo sin querer, así como a todos—Yo necesito que me hagas mimos...

Sentí su nariz rozar por mi cuello haciéndome sonrojar, pero al instante me alejé de él levantándome

—¡No estoy de humor!—Grité exasperada mientras rasguñaba mis brazos irritada—¿Por qué no lo pueden entender?, ¡Dejen de presionarme!—Sollocé apegandome a la pared mientras que mi corazón empezaba a latir con fuerza

—¡Ya, cálmate!—Dijo con preocupación mientras iba con rapidez hasta mi y me apretaba—Perdón, perdóname, relájate por favor, no fue mi intención estresarte—Susurró mientras yo lo apretaba y intentaba relajarme otra vez

—Me odio tanto, Jack—Balbuceé mirándolo con los ojos llorosos, él negó con la cabeza y limpió mis mejillas húmedas

—No tienes porqué hermosa, debes meterte en la cabeza que nada de esto es tu culpa, te estas haciendo daño—Reprochó mientras me mostraba mi brazo, con marcas rojizas de mis uñas, me empezaba a arder, pero me dolía más como él me miraba, así que solo miré al suelo con pena—Te curaré y iremos a almorzar, pero lo harás en la mesa, no aquí—Declaró ayudándome a levantarme con cuidado y llevándome a mi cama, fue hasta mi pequeña mesa de noche y empezó a sacar alcohol y unas gazas

—¡No, eso no!—Chillé y intenté correr hasta afuera de la habitación pero me tomó por sorpresa tirándome a la cama otra vez—¡Jackson, no, duele mucho!—Me moví con desespero y solo admiré como se colocaba a horcadas sobre mi—Por favor—Pedí con la voz entrecortada con nerviosismo

—De esta no te salvas, debiste pensarlo dos veces antes de hacerlo—Refunfuñó estirando mi brazo y apresando mi muñeca contra la cama, con la fuerza necesaria para no hacerme daño pero a la vez dejarme quieta

Te Recordaré |Venganza Y Avaricia: Dos Cosas Que No Deben Juntarse| (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora