Capítulo 52: Despedidas.

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Subiré los dos capítulos seguidos, así que espero que votéis en los dos por igual. Gracias :)

- Me habías asustado, joder. – Me acerqué a ella y la atraje a mí. – Gorda. – Intenté coger la cuchara pero la apartó rápida.

- Calla. – Dijo riéndose. – Tenía hambre, ¿vale? No me juzgues.

- ¿Me das?

Le miré con cara de niño bueno y empezó a reír más aún. Cogió un poco de helado con la cuchara y la llevó a mi boca. Con todo lo que había sudado el helado frío me viene genial.

La cogí de su cadera y la llevé a la isla de la cocina, la subí encima y me hice hueco entre sus piernas. Se había puesto el culote que hace horas atrás yo le había quitado y que voy a tardar en borrar esa imagen tan jodidamente perfecta de mi cabeza, digamos por el resto de mi vida, y encima lleva una camiseta mía. Casi puedo ver sus pezones transparentarse por la camiseta blanca. Su pelo está totalmente revuelto y tirado hacia un lado de su cabeza. Está condenadamente sexy, y no sé cuánto tiempo aguantaré.

Sigue repartiendo el helado entre los dos y yo sólo puedo soltar sonrisas de bobo y enamorado. Cuando quiere puede parecer una niña de cinco años. La niña de cinco años más adorable del mundo. Mi pequeña.

- Pareces un bebé – Dice. Hice un gesto fingido estar ofendido por su comentario pero no pude aguantar la risa.

- Habló. Enana.

- No queda helado. Coge más, porfa.

- No voy a coger más.

- Harry no seas malo, coge más.

- Nop. Prefiero comer otra cosa. – Una sonrisa traviesa se implantaba en mi ahora.

- ¿Cómo qué? ¿Pizza? – Adoro cuando se hace la inocente. Me acerqué a sus labios y susurré.

- A ti.

No tardó mucho tiempo desde eso hasta que parecíamos dos hormonas con patas en la cocina. Me había encargado de deshacerme por segunda vez hoy de su ropa interior y ella se ha encargado de la mía, bajándola con sus propios pies.

La acerco todo lo que puedo al borde de la encimera y vuelvo a entrar en ella de una sola vez,  y gime ante mi acción. Volvemos a dejarnos llevar después de un rato de caricias y corrientes eléctricas. Esta vez no me he aguantado y he vuelto a decirle lo que sé que le encanta oír cuando lo hacemos. Supongo que es algo nuevo para ella que ha descubierto en mí. Y eso me gusta.

Apoyo mi cabeza en su hombro para calmar la respiración y ella me abraza.

- No tenemos aguante, joder.

- ¿Cómo qué no? ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? Por el amor de dios… - Digo casi riendo recuperando mi respiración.

- No me refiero a eso. – Se carcajea y sigue hablando. – Me refiero a que no aguantamos nada de tiempo sin follar, ocasión que tenemos, ocasión que no desperdiciamos.

- A eso te expones conmigo nena.

- Eres insaciable.

- Tú eres mi droga.

- Eso ha sonado raro. Hipsta please.

- Lo sé, pero es así. Tú sí que eres rara. No parafrasees mis camisetas. – Dije riendo.

Miré el reloj de la cocina y vi que eran seis y media de la madrugada. La bajé de la encimera y nos pusimos la ropa que nos habíamos quitado. Cogí su mano y la llevé al salón, cogimos varias mantas y salimos al jardín. Las tumbonas estaban al lado de la parte asfaltada del suelo, así que no nos hizo falta coger zapatos. Me acosté en una de ellas e indiqué a Ade que se acostara encima de mí. Puso su cabeza en mi hombro derecho y eché las mantas por encima, dispuestos a contemplar el amanecer londinense. 

Extrañas coincidencias (Harry Styles) Terminada/Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora