Después de aquel incidente con su cabello Ana tuvo que cortárselo, porque pese a que el colorante vegetal se podía quitar, el cabello de Ana, que era delicado como ninguno comenzó a decolorarse y después a caer, así que le pidió a Lorena que se lo cortara.
Y el cabello que antes le llegaba por debajo de la cintura, ahora estaba por encima de sus hombros.
Y se veía hermosa.
O eso es lo que pensaba Gabrielle, que en ese momento se dirigía a la cocina, pero que al verla tuvo que detenerse, y aunque para él, Ana podría ser calva y aun así ella seguiría siendo hermosa, tuvo que admitir que ese corte que llamaba más la atención a su rostro la favorecía de manera innegable.
—¡Esta preciosa!— Lorena contemplo muy contenta lo bien que quedo su trabajo. Su pequeña niña era muy linda, no necesito hacer mucho.
—¿Qué te parece, Gab? ¿Se ve hermosa, verdad?— Ana volteo a ver si realmente Gabrielle estaba ahí y si realmente la miraría, pues desde que mintió por Raimondo, o más bien por Gabrielle, él había estado distante, y aunque Ana quiso aparentar que no, ella necesitaba desesperadamente de su atención, y en ese momento rogaba porque él la mirara.
Y la estaba mirando, desde hace mucho tiempo antes, realmente nunca había dejado de mirarla, y aunque fuera de reojo, lo seguía haciendo y no porque estuviera enojado con ella, sino porque quería descifrar la manera de alejarla de Raimondo, y para eso necesitaba estar concentrado y Ana aunque no apropósito siempre lo desconcentraba, le nublaba el juicio por completo.
Y aunque estaba haciendo su mejor esfuerzo, en ese momento el perdió la noción del tiempo que llevaba parado ahí mirándola fijamente.
Y se sentía como si aquellos días ignorándose no hubiese pasado. El amor llenaba el pecho de ambos cuando se miraban así.
¿A caso algunos de los dos, alguna vez creía posible querer tanto a alguien? Su amor era casto, y desde que se conocieron siempre estuvo ahí.
—Se ve magnifica, mamá— fueron las palabras que Gabrielle dijo y es que no pudo encontrar ningunas más acertadas.
—Saldremos a cenar a las ocho, preparasen— Lorena les aviso y luego de darles un beso suave en sus frentes salió.
Ana se sentó frente al espejo de su habitación, esperando, o más bien rogando internamente que Gabrielle se acercara, y como si pudiera leer su mente él se acercó a ella, y con sus manos suaves acaricio las puntas de su cabello y luego sus hombros y entonces algo irregular hizo que pasara dela apreciación a la preocupación.
Noto que la temperatura de Ana era más elevada de lo normal.
—¿Te sientes bien?— y Ana que estaba perdida en su toque ni siquiera lo escucho, y aquel silencio preocupo a Gabrielle.
—¿Estas bien?— repitió él un poco más fuerte y esta vez Ana si lo escucho y tomo su mano que descansaba sobre su hombro y la llevo hacia su mejilla y sonrió.
—Sí, ahora estoy perfecta— pero aquello en vez de aliviar la angustia de Gabrielle solo la aumento más, su temperatura se notaba aun más elevada en la mejilla.
—Tienes fiebre, hay que decirle a mamá que te lleve al médico— decreto.
—Estoy bien, enserio— Ana trataba de restarle importancia al malestar que llevaba sintiendo desde que Gabrielle y ella se habían distanciado, pues se lo atribuía a eso mismo, a la tristeza que eso le provocaba, y, ya que ahora ambos se había reconciliado se imaginó que poco después aquel malestar desaparecería.
Pero Gabrielle no lo creyó así.
Y aunque aquella noche esa cena tranquila, sin tensiones, con alegría y amor puro llenando el ambiente, haría que él pensara que realmente su Ana estaba bien, pronto aquel malestar develaría su verdadero origen y demostraría que la preocupación de Gabrielle no podía ser más acertada.
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ADORO- El diario de Ana
Romance¡Oh, amore della mia vita! Si me dejaras oirte una vez más, pudrirme en el infierno no seria tan malo. Adoro tu voz. ... ¿En serio la recuerdas? ... Te adoro y te adorare incluso cuando mi mente olvide los detalles de tu rostro y de tu cuerpo... Y...