Un vestido negro, unos tacones rojos y un labial que combina, ella camina como si fuera la dueña del mundo y en realidad si lo es. Nadie se atreve a mirarla porque todos saben que sus ojos pueden hechizar a cualquiera, ella camina, su paso es seguro, sabe a dónde se dirige, siempre lo sabe, ella camina, se adentra a hacia dónde los normales lo llamarían peligroso pero ella no tiene miedo, ella no es normal, ella camina, llega a su destino, un galpón en runias donde nadie pensaría encontrarla, ella camina hacia la silla que esta el medio de ese inmenso y sombrío galpón, ahí se encuentra el, medio moribundo, adolorido de tantos golpes, ella sonríe porque sabe que ya ganó, sin que nadie se lo espere saca un cuchillo, una, dos, tres... cincuenta y cinco, ella para porque ese es su número favorito, esa es su marca, cincuenta y cinco puñaladas hacia aquel hombre el cual su cuerpo ya está sin vida, todo saben que él se lo merecía , sus tacones y su vestido están cubiertos de sangre pero a ella no le importa sabe que hoy eligió bien su atuendo, no se nota, ella camina hacia la salida con la cabeza en alto, ella camina, va en búsqueda de su nueva víctima.