EPÍLOGO

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Cuatro mujeres entraron a la casa de la tía March, esta completamente vacía, y Jo fue la primera en hablar  "Pensé que me odiaba, no que me dejaría su casa". Amy largo una pequeña carcajada "Podría odiarte y dejarte la casa de todos modos". Las cuatro March caminaron por el gran living principal "Lo que me da rabia es que no te haya dejado nada a ti Meg, a Amy y a Sienna les dio a cada una una mitad de su fortuna, ¿Seguro que no quieres la casa?". Meg negó con la cabeza y una sonrisa en el rostro mientras se acercaba a Jo y abrazaba uno de sus brazos "No, no podría manejar una casa así de grande, es demasiado para mí".

Las cuatro siguieron a la habitación siguiente por un pasillo "Se que debería venderla, pero me gustaría hacer algo que hiciera que la tía March se revolviera en su tumba". Las tres se pararon mientras Meg hablaba "No me molestaría". Admirando la infraestructura, Jo volvió a hablar "Un giro para el bien, nada demasiado horrible". La espectativa creció con la pregunta de Sienna "¿Y qué es lo que harías?". Jo puso sus manos en su cintura "Me gustaría abrir una escuela, nunca tuvimos una buena. Ahora que hay universidades abriendo para mujeres debería haber una escuela, para Daisy".

"¿Y qué pasaría con Dammy?" Jo tenía una respuesta para eso "Abriría una escuela mixta, tanto chicos como chicas". Sienna hizo la pregunta que sus hermanas se estaban haciendo "¿Y qué pasa con la escritura?". Cuando Jo la esquivó, las tres supieron que ella estaba definitivamente escribiendo algo, la conocían demasiado como para saber que la esquivaba porque no creía que estuviera a la altura, y la siguieron hacia las afueras de la casa "Empecé algo, pero no es muy bueno". Amy fue la que habló "A todos les gusta lo que escribes", pero la segunda mayor le dio vuelta el argumento diciendo que no. "A nosotras nos gusta lo que escribes" dijo Meg con total sinceridad, ese argumento Jo no pudo refutar, por eso pasó a contar de que se trataba. 

"Es sobre nuestra pequeña vida, ¿A quién le interesaría leer sobre nuestras dificultades domésticas y alegrías? No tienen importancia" pero Sienna pensaba de otra forma "Porai no parecen importantes porque la gente no escribe sobre ellas". La otra rubia, que desde el viaje se había vuelto muy unida a Sienna, la apoyó "Claro, escribir sobre ellas haría que se volvieran importantes". Jo miro a su hermana pequeña y la golpeó delicadamente en el brazo "¿Cuándo fue que te volviste tan sabia?". Amy simplemente le sonrio juguetonamente "Siempre lo he sido, solo que tu siempre estuviste más ocupada en detectar mis errores más que mis fortalezas". Todas se rieron y Jo la abrazó fuerte.

Después de terminar el libro y ser convencida por sus hermanas de que era en verdad muy bueno, ella decidió por mostrárselo a un editor en Nueva York para que lo publicara. Fue una pequeña lucha, ya que este quería que al final la protagonista, en este caso Jo, terminara casada. Pudieron llegar a un acuerdo después de un tiempo en donde, a pesar de que recibía un interés amoroso y ella le correspondía sus sentimientos en una escena memorable al final del libro, en la novela no había mención de casamiento alguno entre los dos. Otro tema en donde hubo discusión fue con los derechos de autor, que aunque al principio el editor los compraría, Jo decidió que ella quería ser la dueña de su propio libro. Fue un riesgo en ese momento, ya que a su familia le hubiera venido bien esa plata, pero vaya que dio sus frutos.

El libro fue un suceso fenomenal, vendido en su totalidad en cada tienda que había. La cantidad de ganancias que este brindó, que eran muchas, fueron más que suficiente para terminar los últimos detalles de la academia que Jo estaba preparando. Esta también fue un gran logro. Chicos y chicas de los alrededores y aún de más lejos llegaban para estudiar en la academia de Plumfield.

Era el cumpleaños de Marnee, pero un típico día de escuela en la academia. Jo termina de supervisar la tercera y segunda planta para bajar hasta el planta baja por unas escaleras anchas de madera. Rapidamente se dirige a una de las aulas, en donde se encontraban su padre y el señor Brooke, y los llama, diciendo que ya le entregarían la torta a su madre. Hablando de ella, un chico le entrega a Jo en las manos con una sonrisa en el rostro una hermosa torta de crema decorada con flores, orgulloso de lo que el y todos sus compañeros habían creado con supervisacion del profesor respectivo en su clase de cocina. Jo, con ella y los dos hombres siguiendo la, sale hacia el patio trasero.

En la academia todos tenían un papel. Jo tomó el puesto como la directora de la institución, junto con Marnee que era la vice directora y también bibliotecaria. El señor Brooke enseñaba matemáticas junto con el señor March, que se divertían con los números. La clase de baile estaba dirigida por Sienna, que había dejado salir sus dotes como bailarina que antes estaban reservados solo para la familia. Por esto habia que darle la mayoría del crédito a Laurie. El repertorio musical para las clases de Sienna los ponían los chicos de música, que eran dirigidos por Friedrich. Arte y actuación eran dirigidos por Amy y Meg, que con gusto les pasaban sus conocimientos a cualquier alumno/a apasionado/a por lo mismo que ellas. Por último, pero no menos importante, Laurie guiaba la clase de esgrima con maestría, a chicos y chicas por igual, como todo en la institución.

El sol iluminaba la dulce carita de Thomas, y su madre; Sienna Laurence, lo miraba con ternura en los ojos y una sonrisa enorme en el rostro mientras le cantaba para ponerlo a dormir. Despacio y sin pausa ella se fue de su clase por un segundo, dejando a cargo a Friedrich, y acercándose hacia donde su esposo les enseñaba esgrima a algunos chicos y chicas. El, al verla caminar hacia el, se separó de la clase un poco y camino hacia ella, admirando el paisaje que lo hacía inmensamente feliz todos los días de su vida.

Thomas era a simple vista el vivo calco de su padre, el pelo negro como la noche siendo lo primero que atraía de el. A pesar de eso, sus ojos eran un poco más verdosos, cosa que los hacía extremadamente parecidos a los de su madre. Respecto a su carácter, también era una mezcla entre los dos, porque aunque era travieso como su padre y no paraba ni un segundo, tenía momentos en donde se portaba de la misma forma que su madre, como un pequeño ángel. Thomas era el fruto del amor que se tenían Sienna y Laurie, y causaba solo orgullo y alegría en sus padres, aunque a veces más de una cama verde.

"¿El pequeño monstruo se ha dormido?" Sienna le sonrió y asintió con la cabeza, dandole a entender que su hijo había caído en un profundo sueño. Laurie se acercó a los dos "Si pudiera hacer que se pintara esta escena lo haría, pero se que el no se quedará así por mucho tiempo" y tenia razón. El tomó el rostro de Sienna con una mano y le dio un beso suave en los labios "te amo".

La rubia le sonrió rápidamente "Yo también, pero aún así no te salvas de tu turno, toma" y con maestría Thomas terminó intercambiado de lugar para dormir, pasando a los brazos grandes de su padre. A lo lejos, Sienna vio como Jo, Amy y Meg se acercaban y cuando llegaron hasta su altura ella se unió a ellas. "¿Como esta Thomas?" Preguntó Meg con una sonrisa "Cada vez más parecido a su padre, mis dos hombres", dijo mirando una vez más para atrás, hacia Laurie meciendo a Thomas con concentración.

Las cuatro llegaron hasta donde estaba Marnee; una mesa bastante ocupada con libros a la sombra de un gran árbol. Atrás venían el señor Brooke con sus hijos, Friedrich y Laurie con Thomas en brazos. Con felicidad todos y cada uno saludó a Marnee por su cumpleaños y sin ningún problema alguno disfrutaron de la deliciosa torta. La familia no estaba del todo completa, pero sabían que los que ya no estaban los miraban desde un lugar mejor con la misma alegría con la que ellos celebraban.

Y así es como termina esta historia, la de las mujercitas.

Sienna March 《Little Women》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora