Destino Inesperado [Shadamy]

Capítulo 52

Con la mirada hacia el techo se hallaba aquélla, quien era una eriza rosada, portadora de unos lindos ojos jade; pero aquéllos se encontraban con tal líquido salado que suelen brotar de nuestros ojos cuando se percibe ese sentimiento que llega de nuestra mente hasta el alma; un dolor que en ocasiones, llega a ser indescriptible debido a todos los pensamientos que vienen a tu mente de manera inconsciente a través de imágenes, haciéndote sentir confundido, y a veces, sin tener razón alguna de seguir respirando, y expirar de una vez por todas.

Agradecida se sentía Rose, quien estaba pasando por un mal momento, y sentía cómo la tristeza inundaba su ser. Como Holly Golightly dijo alguna vez por allá en 1961: sentirse azul; Amy se sentía azul, sin ganas de realizar acción alguna, y podía ver cómo sus gustos se iban temporalmente de ella para inciar la época de la depresión en su vida, otra vez; Rose se sentía frustrada. Pero Amy estaba agradecida, ya que pese así, tenía fe en que todo estaría bien, y que algún día superaría y derrotaría con victoria los sentimientos quebrados que alguna vez desarrolló gracias a aquél, Shadow El Erizo; aquel erizo el cual hizo a Amy complementar su vida, y no ver más el mundo como uno en blanco y negro como solían ser las películas.

Aquellas lágrimas las cuales se multiplicaban por sí solas debido a la tristeza azul de Rose, iban descenciendo hacia sus mejillas ruborizadas debido a la brusquedad con la que limpiaba de aquéllas. Ella no podía conciliar el sueño, sólo se hallaba con la mirada perdida en el techo de su habitación. Necesitaba de la ayuda de alguien, y qué mejor que la ayuda de mamá, a la quien acudió Amy en ese instante, pues no podía tolerar más el cómo se sentía; ella quería contarle a alguien sobre el fin que le daría a una relación formal la cual alguna vez fue bonita en su tiempo, mas se fue deteriorando debido al egoísmo y falta de comprensión, yéndose al agujero negro que Rose había creado en su fuente de memorias.

—Debo ir con ella; ella sabrá qué consejos darme, y sé que no se quedará callada —se dijo a sí misma, y así descalza, fue a la habitación de Vainilla.

Asimismo Rose llegó a la puerta correcta, y tocó de ella levemente para no hacer tanto escándalo y despertar a la pequeña Cream, quien tenía que asistir a clases en unas horas. Minutos se tardó Vainilla en abrir, pues se hallaba durmiendo; mas cuando visualizó a su pequeña eriza rosada muy conmovida en sus sentimientos, recuperó la postura, y la hizo pasar. Pero Rose no entró con rapidez, ella se acercó a la mayor, y la abrazó, desatando miles de emociones y sentimientos en el ambiente el cual se notaba conmovedor. Vainilla, como buena madre, la abrazó de igual manera; ella sabía que algo andaba mal con su hija, pero nunca pensó que sería algo tan intenso como para ver a Rose en ese estado.

—¿Qué fue lo que pasó contigo, cariño? —Vainilla se hallaba con cierta tristeza tras formular aquella pregunta.

—Son muchas cosas las cuales debo hacerte saber, mamá; hoy te confesaré todo, desde mi primera entrevista para ser piloto, hasta la actualidad con mi relación con Shadow —respondió Amy separándose de ella, dedicándole una mirada con dolor.

—Cuéntamelo todo, cariño.

Con unos lentos pasos, se sentaron en la alfombra que había en dicho sitio, y se abrazaron de lado para poder Vainilla consolar a su hija, y hacer de esa conversación una muy profunda; aunque Vainilla estaba confusa, pues se preguntaba qué era lo que Rose no le había contado sobre aquella entrevista. Algo dentro de la mayor la hacía realizar la suposición que por esa confesión que está por escuchar salir de los labios de Amy, sería la razón por la que ella nunca volvió, hasta el momento, a intentar otra vez para ser una piloto como tanto lo quiso desde que era una adolescente.

Entonces, con gestos y una notable tristeza en su voz casi quebrada, contaba Rose a su madre todo sobre aquella entrevista. Le relataba todos los verdaderos hechos los cuales había estado escondiendo por muchos años; y tal como Vainilla lo supuso, sus predicciones atinaron. La mayor no sabía describir sus emociones de repugnancia que comenzaba a sentir en su corazón el cual estaba como un diamante salido de la mina; mas Rose, tras notar aquello, hizo de ella tranquilizar, diciendo lo siguiente: