Encuentros nocturnos

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Las chicas entraron a un bar bastante elegante, con música tranquila y agradable, en donde un mesero vestido de forma impecable las guió hacia la mesa que habían reservado tiempo antes; al fondo, otro elegante mesero llevó al quinteto de muchachos a una pequeña mesa donde apenas cabían, en sillas de herrería cuyos adornos se enterraban cariñosamente en la espalda y trasero de los respectivos. Quatre había tenido que comprar ropa para poder cambiarse, pues los demás se rehusaron a regresar a la casa, que quedaba algo retirado.

-Estamos algo lejos del escenario. –Observó Trowa, ajustado. –Y es una mesa pequeña.

-Descuida, el escenario es en el centro. –Contestó Duo, sonriente. –Y estamos en esta mesita porque ALGUIEN no reservó a tiempo la mesa.

Wufei frunció los labios, molesto.

-Suena a que has venido con frecuencia. –Dijo el 05, con aire molesto.

Duo no quiso contestarle, por seguridad. A Heero le dio un mal presentimiento.

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-Es un lugar muy bonito. –Susurró Relena, apenas recuperándose.

Estaban sentadas cómodamente en asientos acojinados frente a una mesa cuadrada muy bien arreglada con una pequeña lámpara y un sencillo arreglo floral, justo al lado del escenario céntrico del bar. Las luces estaban bajas, no molestaban en absoluto, lo suficiente como para no tropezar con algún mueble u otra persona y causar daños.

-Diablos, me siento tan mal que quiero llorar. –Susurró Hilde, con la cabeza casi recostada en la mesa.

-Debemos entablar una demanda. –Exclamó Dorothy, indignada y asqueada. -¿Quién diablos escribió esa estúpida historia tan inverosímil?

-Tengo el libro. –Dijo Sam, sacando de su minúsculo bolso el ejemplar, el cual parecía imposible que hubiese salido de allí. –El autor del libro es una mujer llamada Novenia Silvana.

Hubo un denso silencio, donde las chicas comenzaron a pensar detenidamente.

-Suena como Silvia Noventa. –Observó Relena.

A Hilde le dio un tic nervioso en la ceja.

-Esa maldita infeliz... -Susurró Dorothy.

-No estoy gorda. –Dijo Hilde, molesta. –Tengo más curvas que cualquiera de las que está aquí, de forma natural...

-Chicas, eso no era real. –Continuó la representante, con una sonrisa perturbadora. –Aunque, si llego a toparme con ella, le diré unas cuantas cosas con las que no estoy conforme.

-Eso sería divertido de ver. –Rió la loca.

Pronto, un mesero les sirvió una ronda de bebidas dulces.

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-Fue realmente espantoso. –Dijo Wufei, dando un sorbo a su bebida. -¿De dónde sacaron que yo soy una chica? Es decir, Quatre todavía, pero ¿yo?

-No soy una chica. –Dijo el 04, sorbiendo con una pajita/popote su bebida rosada con su respectiva sombrillita floreada.

-¿Por el cabello largo? –Cuestionó Trowa.

-En todo caso Duo también vendría siendo una chica, ¿no? –Dijo el 01.

-No parezco chica. –Exclamó Duo, bebiendo un sobrio y escasamente alcohólico refresco.

-Por detrás sí. –Dijo el 03 sin pensar.

-No es cierto. –Se indignó, sin captar.

Wufei miró detenidamente a sus compañeros.

El Ángel de ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora