CAPITULO 3

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- Cómo te llamas- Me preguntó una chica hermosa de sonrisa tierna que tendría la edad de mi hermano, es decir como 15 años. Parecía un ángel como los que aparecían en los libros que mis hermanos me leían.

- Sol- respondí- Y ¿Tú?

- Ada- dijo acariciándome la cabeza

- ¿Tú también los ves?-pregunté mirando hacia una esquina, ella volteó a ver a ese ser desfigurado que estaba en la entrada de una tienda de dulces a la que iba a entrar. Volvió a mirarme y sonrío.

- Solo ignóralos- dijo con voz suave- Si no saben que los ves, no pueden lastimarte.

- ¿Enserio?- pregunté, a lo que ella solo asintió con una sonrisa.

- ¿Qué haces ángel?- dijo Sebastián caminando hacia la chica y a mí. La chica lo miró y sonrío ampliamente.

- Hice una nueva amiga- respondí y corrí hacia mi hermano que me sonreía con ternura- Es Ada- volteé y ya no estaba- ¿A dónde fue?

- No te preocupes, ella fue a un lugar muy bonito- respondió mi hermano y me llevó de vuelta a casa- Y de seguro la volveremos a ver.

Escuchaba la voz de la enfermera de la escuela y la voz de mi hermano, pero no entendía lo que decían. Mi cabeza estaba por explotar, me dolí muchísimo. Abrí los ojos lentamente tratando de acostumbrarme a la luz de la enfermería.

- Sebastián- susurré y mi hermano vino corriendo hasta la camilla donde me encontraba- ¿Qué pasó?

- Te desmayaste Sol- dijo mi hermano inspeccionándome con cuidado- Uno de tus compañeros te encontró y te trajo aquí continuó.

- ¿Compañero?- no recordaba nada, solo que dejé la mesa de la cafetería en la que estaba con Sophie y sus amigas. Lo demás era solo un espacio en blanco en mi memoria.

- Sí, Julien Zachs- intervino la enfermera mientras me revisaba- ¿Cómo te sientes?

- Me duele la cabeza- dije poniendo mi mano sobre ella, intentando recordar- No recuerdo nada.

- Puede ser porque te golpeaste muy fuerte en la cabeza- dijo la enfermera- Ve a casa con tu hermano, ya firme el permiso.

- Gracias- dijo mi hermano- Vamos ángel- asentí y él me ayudo a incorporarme.

Caminamos hasta el auto de mi hermano quien no podía disimular lo preocupado que estaba, quería decirle que estaba bien, pero me sentía cansada y dolorida. El camino a casa fue callado y en el fondo lo agradecí porque cualquier sonido hacia que mi cabeza doliera más. Al cruzar la puerta de la casa los mellizos y William saltaron sobre mí con expresiones de angustia, preguntando que cómo estaba y qué había sucedido. Respondí de forma escueta y fui directo a mi cuarto a dormir.

Desperté a las 3:30 de la mañana, toda la casa estaba en total silencio, mi cabeza aún dolía por lo que bajé a la cocina a beber un poco de agua. Una vez bebí el agua salí de la cocina y vi a una persona sentada en una de las sillas del comedor, tragué saliva con fuerza y empecé a temblar, no podía ver si cara pero estaba segura que me observaba. Reuní valor y di un paso hacia donde se encontraba el desconocido. Él ladeo su cabeza y soltó una risa apenas audible. Cuando di otro paso hacia la mesa, las luces se encendieron y mi hermano Sebastián estaba junto a mí.

- ¿Qué haces despierta?- preguntó mientras veía hacia todos lados. Yo imité su acción mirando hacia el comedor, pero no había nadie.

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2020 ⏰

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