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Ya era el día.

6:30 de la mañana, a diez horas de su boda. No quería levantarse de su cama, en realidad no quería que pasara el tiempo; él no quería dar la cara ante todas esas personas, ni fingir ser cortés con cada una de ellas para no manchar su imagen. Ante cualquier muchedumbre, sólo venía a su mente el deseo de mandar todo y a todos a la mierda. El único motivo por el que iría sería porque no fuese faltar, él es el que tiene que casarse.

A alguien como YoonGi no le importa lo que los demás piensen de él, por esto casi siempre actúa impulsivamente. Pero no podía darse el lujo de tener este comportamiento en frente de esa gente con el poder de arruinarlo; no eran sólo trabajadores los que asistirían, los padres de la afortunada novia también estarían ahí.

Ese hombre podía no ser superior a él en figura, altura o presencia; pero sí en poder. Si este hombre lo deseara, podría arruinar a ese gerente con sólo un par de movimientos. A sus ojos, aquel guapo y distinguido gerente era no más que un perro suyo al que podía controlar cuando quisiese; y por esto mismo, ese perro suyo lo odiaba profundamente.

Odiaba ser controlado, odiaba tener que obedecerle a ese sucio viejo, odiaba tener que casarse; sin embargo, lo que tenía que hacer era callarse y aceptar respetuosamente. Aceptar convivir y fingir amor por la hija de su amo, satisfacer sus deseos de viejo enfermo, trabajar para él. Maldijo el momento en el que conoció al viejo y se volvió su subordinado, momento en el que se comprometió a ser fiel y a sólo poder quebrar su vínculo con la muerte. Él lo odiaba.

Vino siendo nadie, y ahora era un hombre reconocido y con poder. El viejo le daría poder a los que trabajen fielmente para él, poder que no podía ser mayor al de él mismo. Si el viejo tenía el control de una empresa, el subordinado lo tendría también, pero solo de un área o una oficina. Esto era algo muy sabido en las sombras de la mansión del viejo, y no era muy común que algún subordinado suyo tenga el control de toda una empresa; pero YoonGi existía, siendo él uno de sus perros más fieles.

Cuánta habrá sido la conmoción y el enojo del viejo Bang Si Hyuk, que al enterarse de la falta de su más querido perro, primero se le bajó la presión y luego decidió quitarle la vida.

En ese momento, YoonGi ya estaba resignado y con la mirada perdida,  mientras esperaba a que venga su amo con la muerte en sus manos. Pero, luego de ser persuadido por su hija, Bang Si Hyuk dejó al gerente Min YoonGi conservar su vida, dejándole claro la única condición para seguir respirando.

—Haz lo que ella te pida, y seguirás teniendo todo lo que tienes.

Con estas palabras, se dio la vuelta y se fue, dejándole pensativo. Fue breve y fácil de entender: con "ella" se refería a su hija, y ya era muy sabido que su hija quería casarse, tenerlo sólo para ella. Él tenía  que casarse, eso era lo que la niña quería. Cualquier cosa era mejor que perder su poder o su vida, así que el acuerdo no le pareció tan difícil de discutir en su momento; además, no le disgustaba para nada la apariencia de esa tal SuRan. De hecho, no se acostó con ella debido a la desgracia de ser hija de su amo.

Se encontraba en un terrible estado de insensibilidad. Sus sentimientos o los de los demás, lo que en realidad quería, lo que en verdad le gustaba; todo esto fue arrastrado hasta lo más profundo de su sombra. Creía que la había pasado bastante mal, que había sido suficiente de esa mierda, y por esto mismo creó esa corteza en su corazón y mente. Por esto, los pocos deseos que aún conseguía identificar eran todos ligados a la pasión, lujuria y poder, el poco poder que le permitían tener.

Sin nada más en qué pensar, comenzó con la monotonía de sus días oprimiendo el botón que encendía su teléfono móvil. Revisó Facebook, y todo su inicio estaba lleno de palabras como "boda", "Min YoonGi" y "SuRan".

• I N F O R M A L • yoonmin +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora