Capítulo 17.

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Nena, voy a aprovecharme de ti esta noche.

Te capturaré, te comeré viva.

Como animales, animales. 

Como animales.

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—Hoy, día 14 de diciembre, me proclamo libre de la universidad hasta febrero. —grito nada más entrar en casa, cerrando la puerta a mis espaldas.

Samuel se asoma desde la cocina, que huele deliciosamente, y se ríe por mi comentario.

—¿Iremos a celebrarlo guapísima?

—¡Obvio! —le respondo mientras me quito la chaqueta y me acerco a él, para ver que está cocinando.

En los más de diez días que lleva Samuel en casa, me he unido de una forma increíble con él. Ni si quiera me siento incomoda por ser fan suya, a veces ni me acuerdo de quién es. Es un chico dulce, amable y atento, al que se le va la olla bastante a menudo, haciendo que pasar tiempo con él sea un tesoro. Me gusta tenerle en casa porque así no me siento tan sola y, aunque hasta hoy he estado todas las mañanas en clase, él aprovechaba estas horas matutinas para grabar y hacer cosas varias de Youtube. Hay que añadir que esta tan tremendamente bueno que es muy agradable a la vista con sus camisetas apretadas. Además, ha conseguido que vuelva a coger la costumbre de salir a correr y ahora vamos cada noche a hacer unos cuantos kilómetros.

—¿Les digo algo a los chicos y quedamos en "La cueva"? —me pregunta mientras ponemos la mesa.

—Diles que se vengan aquí a casa. 

Él asiente muy sonriente y se pone a teclear en el móvil.

Después de comer, nos echamos un rato al sofá hasta que llaman al timbre. Obligo a Samuel a ir a abrir y en unos segundos, aparecen los gemelos. Ya han venido algunos días y han conocido a Samuel, con el que se llevan increíblemente bien, supongo que por su compartida afición a los videojuegos y a las tetas.

—¡Mi muñeca! —me grita Diego, echándose encima mío y aplastándome. 

—¡Mi nena! —grita seguidamente Rob, que se tira encima de su hermano y por consecuencia, encima mío también.

—¡Dios basta ya! ¡Os juro que no puedo más!  —les grito como puedo desde debajo de tus cuerpos.

—¿Que has dicho? —pregunta Samuel divertido, que está de pie al lado del sofá observando la escena. —¿Has dicho que quieres más? 

El moreno se tira brutalmente encima nuestro haciéndome reír. A pesar de las risas, me empieza a faltar el aire, ya que los tres chicos de encima de mí no son ligeros precisamente, sino altos y fuertes.

Al final, se acaban apartando al sonido de otro timbre. No sé quién va a abrir la puerta, pero de pronto aparecen Rubén, Mangel, Alex, Guille, Cheeto y Lucía. Estos dos últimos llevan varias semanas liados y están insoportablemente pegajosos. Pero bueno, hay que quererles igual.

Acabamos los siete chicos y las dos chicas, jugando a un juego de la Xbox que no conocía y que ha traído Cheeto, en la que un tío armado hasta los dientes y tatuado hasta las encías, intenta matar a todos los monstruos pegajosos que puede. Partida tras partida, nos reímos aún más del protagonista del juego y nos ponemos a hablar de tatuajes.

— Oye Nora, siempre lo pienso pero nunca te lo he preguntado. ¿Qué significa tu tatuaje? —me pregunta Alex señalándome la muñeca, donde tengo tatuado un símbolo asiático.

Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora