Un día

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Estaban sentadas hablando y tomando algo como solían hacerlo en su lugar favorito, en el que compartían largas horas de conversación, pasando por todo tipo de temas, desde los más triviales a los más profundos, desde risas descontroladas hasta llantos profundos.
Se conocían mucho, sabían todo la una de la otra, sus virtudes y defectos, sus miedos y fortalezas, sus deseos más profundos.
Se amaban ...

No era un día cualquiera, uno más de los que solían compartir. Una de ellas había preparado una sorpresa que ansiaba darle.

En medio de la charla despreocupada que estaban teniendo notó algo y se lo comentó al pasar.

- Me parece o esa mujer de allá te está mirando mucho?

- Si? A ver, no me di cuenta, jajaja, voy a ir a hablarle.
Se levantó con determinación y fue hacia ella.

- Ey rubia bonita vi que me estabas mirando. Te gustaría sentarte a hablar conmigo en aquella mesa?

- Dale, termino mi trago y voy.

Se alejó de ella y volvió a su mesa.

- Qué te pasa? Te gusta la mina?

- Si, me gusta. Ahí viene a sentarse acá.

- Acá? Por qué acá?

- Qué tiene de malo?

- Pero estabamos pasándola bien.

- Y? Quiero conocerla.
- Además porque te tengo que explicar tanto, no firmé ninguna exclusividad con vos, hago lo que siento, lo que me parece.

La rubia se acerca y pregunta ...

- Dónde me siento?Traigo una silla?

- No hace falta, sentate con ella.

- Conmigo? Pero este es mi lugar, mi silla.

- Lo compraste? Lleva tu nombre? Podés compartirla perfectamente.
- Sentate que no pasa nada, ella se corre un poco y listo.

- Ok, dale.

La extraña y su invitante empezaron a hablar muy entusiasmadas, olvidándose de su presencia.

Mientras tanto su compañera de siempre, de tantos años y momentos compartidos, no se sentía muy cómoda y se lo hizo notar, no una, sino varias veces.

- No estoy cómoda sentada así.

- Correte otro poco y listo, no pasa nada, pueden estar las dos perfectamente ahí.

Siguiendo con su tan animada charla con su nueva invitada.

- Me parece que mejor me voy, ya hasta me duele estar sentada así, además no parás de hablar con ella.

- En serio? Tanto te molesta? No ves que lo estoy pasando bien? Te ponés intensa, no hagas tanto lio por nada.

Volviendo a su fascinante charla que ya llevaba un par de horas.

En un impulso se levantó y fue en busca de un trago y alguién con quién hablar, en un intento desesperado de captar su atención nuevamente, ya que su compañera no le hacía caso.
Pero notó que al contrario de sus intenciones, esta se veía contenta de que se alejara de ella en búsqueda de otra persona.

Una chica muy bonita le sacó conversación pero no podía concentrarse es esa charla, ya que su preocupación se centraba en lo que sucedía en aquella mesa.

Tomó coraje y fue a reclamar su lugar.

- Podés salir de mi lugar?

- Pero qué le estás diciendo? Ella no tiene nada que ver, en todo caso andá y traete otra silla. Sino sentate ahí como antes.

Resignada pero sin querer dejar su lugar, ocupó un pedacito de aquella silla. Esa que creía propia, pero al parecer ya tenía nueva dueña.

En un sutil movimiento, que no logra distinguir de dónde vino, si de su compañera o de aquella desconocida que ocupaba gran parte de su silla, es arrojada de la misma, cayendo sorpresivamente al piso sin tiempo de poder atajarse.

- Ay me caí de la silla, me duele.

- Uh que mal, vení sentate de nuevo.

- No, mejor me voy.

- No te vayas, si está todo bien.

- Estás bien vos, yo no, no me gusta estar así y me duele.

- La verdad no te entiendo, no sé porqué tanto drama.

- No pasa nada, me voy y cuando ya no me duela vuelvo.

- Está bien.

Agarró su cartera, su dignidad y se marchó.

Antes de salir por la puerta abrió su cartera para buscar su celular y se encontró tanteando a la que iba a ser su sorpresa, las copias de las llaves de su departamento.
Ese día le iba a proponer vivir juntas.
Pero el destino le había preparado una sorpresa a ella.

Entonces, giró sobre sus talones y vió como aquel lugar, su lugar, el que había conseguido con los años, era reemplazado por la recién llegada de forma inmediata. Pues siguieron hablando como si nada hubiese pasado, como si importaba nadie más, ni el dolor que aquella se llevaba en silencio consigo.

Aunque la pensádolo bien aquella mujer, la desconocida, la recién arribada, no tenía nada que ver, ella desconocía su historia, sus sentimientos.
Sentimientos que creía mutuos pero al parecer nunca fue así.

Tampoco había hecho algo para obtener su lugar, su silla, le fue adjudicada en forma subita e inmediata por su compañera, quién se lo cedió sacándola de allí.

Un día, anhelaban un futuro cercano o lejano juntas, hasta con hijos y cuáles serían sus nombres.
Al otro, todo se esfumó como en un sueño.
Un bonito sueño, que ya nunca sabrán si pudo ser real.

Alguna vez la amó o solamente fue unilateral? Acaso era insuficiente lo que le brindaba? No registraba el daño que le estaba haciendo o simplemente no le importaba? Que importa ya, todo había terminado.

Se marchó, sintiéndose la persona más miserable del mundo, prometiéndose nunca más volver.
Un pedazo de su corazón quedó en aquella mesa.

Un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora