04
Habían llegado justo al pie del edificio en el que residía Volkov, quién parecía más acalorado y tembloroso por cada segundo que pasaba. Su mirada azul chocó contra la miel del superintendente de la ciudad, estaban en total silencio. Viktor sabía que debía bajar pero no tenía idea de porque su cuerpo no se movía del asiento en el que reposaba, se supone que debía huir como un conejo asustado de su propio cazador, pero no se movió ni un milímetro.
Quizá confiaba demasiado en ese alfa, se dijo en su mente tratando de entenderse a sí mismo y a sus acciones.
Un carraspeo lo trajo de nueva cuenta a la realidad en la que estaba, aclarando su nublosa visión que parecía perder el enfoque cada tanto.
- Es hora de dormir, princesa. - la voz del contrario se escucho en todo el panorama del vehículo y tembló internamente intentando aferrarse a la poca cordura que le quedaba a si mismo, sus piernas se movieron en su sitio y sus manos fueron hacia la manija jalando y dejando que el aire le diese en el rostro al abrir la puerta del copiloto - .. ¿Hay botellas de whisky en tu cocina?
Sus pies tocaron suelo por un segundo antes de quedarse petrificado en su lugar, ¿cómo había dicho? Abrió sus ojos con incredulidad pero asintió por inercia, sin poder detener esa jodida manía de decirle que sí a todo lo que su superior pidiese. El fuerte choque de la puerta del piloto cerrándose tras ser abierta lo golpeo levemente en su posición, e hizo lo mismo.
Ambos caminaron juntos adentrandose en el lugar, cada uno teniendo sus propias batallas internas en donde los protagonistas eran sus pensamientos y posiciones. Conway realmente estaba a punto de darse un tiro en la sien.
Era entrar a la boca del lobo. No sabía quién de los dos era más tonto, más anormal o más imbécil. Jack se decía a sí mismo que no era ni medio normal pedirle a un omega en celo entrar a sus dominios solo y exclusivamente para beber, claro, mientras el era un alfa, amenaza en potencia que se mantendría cauto en el sillón del lugar esperando qué.
El pelinegro miro a su comisario apretar los botones del ascensor y confirmó lo que estuvo pensando toda la tarde en un profundo silencio, observandolo. Era un omega, pero, no sentía que hubiese un gran cambio con esa nueva información sobre él. Aunque ciertamente le daba escozor saber que quiza no fue digno de confianza para saberlo de primera mano por Volkov en cuestión lo que le llevo a varias dudas que aunque evitaba golpeaban una gran parte de su orgullo, ¿nadie lo sabía? ¿habría alguien quién supiese de esto?
Su rostro sonrosado, el calor bajando por su frente y sus ojos nublosos confirmaban todo lo que el silencio y la quietud del ruso querían negar. Pero fue allí, que cuando pasaron al hogar del peligris que se reiteró y pensó en qué esperaba hacer allí, que buscaba. Porque había dicho algo como eso cuando no tenía intenciones de beber ni siquiera una gota de puta agua. Sus dedos magullados por las constantes heridas envolvieron una botella que estaba en la congeladora del menor de ambos y la dejo con algo de brutalidad en la mesita de la sala de estar frente al -por él- recién descubierto omega causando un golpe seco en la superficie.
Ambos se sirvieron y en silencio tomaron juntos por unos minutos, aún cuando ninguno tenía sed o necesidad de alcohol en sus sistemas.. quizá esa noche no querían separarse, quizá solo no querían decirse adiós.
Viktor transpiraba, los fluidos de su cuerpo llegando y llendo a todas partes como una energía refrescante pero tan ardiente que parecía quemar todo a su paso lo estaba matando, de un momento a otro sus manos temblaron y sus labios presionaron con potencia cuando una fuerte oleada de feromonas explotaron dentro suyo, su cabeza cayó abajo por inercia y sus dientes con leves colmillos omegas presionaron sus belfos rosados por contención. Tembló terriblemente en su sitio logrando mantener su voz apagada pero las lágrimas bajaron por sus ocultas mejillas, tanto dolor al reprimirse.
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𝐁𝐈𝐓𝐄 ミ volkway
FanficEntre gruñidos los colmillos brillantes del pelinegro se presentaron ante la mirada atónita del menor, su salvaje mirada inyectada en sangre centelleó en su dirección, tan irracional. - ¿temes que no recuerde esto? - la grave voz inundando el ambien...