9. Funeral divertido

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Hasta el más inocente puede llegar a ser el más culpable

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Hasta el más inocente puede llegar a ser el más culpable.

Eso solía decirlo nuestro líder en cada ceremonia fúnebre, recordándonos que no somos más que un grupo de pecadores con secretos simplemente espantosos, todos nosotros, todos, todos. El sol estaba más soleado de lo normal y el día era simplemente bellísimo, perfecto para un funeral.

Al menos ellas serían consagradas como Mujeres, ya que sus padres revelaron haberlas entregado a los rituales sexuales de Maleïda, la primera mujer en la historia, quien corrompió a nuestros señores.
Según nuestra mitología, el Hacedor y el Excelso eran hermanos gemelos, ambos se querían mucho, tanto que usualmente compartían su cuerpo al otro como muestra de amor, pero un día ambos al quedarse dormidos no notaron como su semilla cayó en las entrañas de la tierra y de allí surgió una mujer, la primera mujer, el pecado hecho carne, ese día Maleïda nació. Ambos dioses quedaron enamorados de aquella figura de una Venus espectral, ellos pelearon, ella los indujo al pecado. Finalmente enojados de cada extremidad de ella tiraron y la partieron en la mitad, creándose así Wirideti y Wirideti, dos mujeres para ellos, aún así eran blasfemas.

Porque así somos las mujeres.

El pecado hecho carne.

Al menos por ahora.

Aquella confesión por parte de sus padres revelo que, en realidad, todo el tiempo las estuvieron empujando hacía la muerte, por ello, al haber sufrido en esta vida, en la otra vida serían perfectas, como ella, como La Benevolente, muy pocos conocen su historia, pero ella es realmente la primera mujer, surgida del polvo de las estrellas y la nebulosa espacial, ella...es la madre de todos y todas. La legitima Esposa del Hacedor y El Excelso. 

Me senté en la ventana de mí habitación, obteniendo una perfecta vista hacía la entrada del bosque, además de poder ver con claridad la parte derecha de la casa de Gyula. Él parecía ser enormemente rico, incluso se compró una de las casas más grandes y caras de este lugar, solo los señores de niveles superiores podían acceder a ellas y él, un jovencito de 18 años lo había logrado. Coloque mis manos en mí barbilla, fijándome específicamente en la casa de Gyula, estaba claro que vivía solo, ¿Acaso eso no le molestaba? ¿Quién le cocinaba? ¿Limpiaba la casa o cuidaba de él? ¿Quién lo acompañaba en estas frías noches de otoño? Sentía lástima por él, de alguna manera me empezaba a arrepentir de haberme negado hacer suya, me arrepentía y mucho, pero bueno, yo solo estaba siguiendo órdenes y mi orden de aquel momento era provocarlo.

Bajé mí mirada encontrándome con las flores en mí jardín, usualmente mamá y yo plantamos flores en primavera para que duren todo el año, yo nunca fui capaz de mantener una sola rosa viva, por eso mí sección del jardín estaba lleno de plantas de plástico, además era muy fácil disimular lo que se ocultaba allí abajo. Últimamente ese rosal falso estaba viéndose afectado por la lluvia, tendría que comprar uno nuevo y colocarlo allí.

¡Corre, Conejo, Corre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora