Se bebió de un trago el vaso de vodka, sintiendo como ese licor quemaba en su garganta y se aposentaba en su estómago, relamiéndose los labios y pasándose una de sus manos por el cabello rubio. Sus ojos azules brillaban con alevosía, sintiendo su pecho arder y caminando alrededor de la mullida cama lentamente, como un animal a punto de acechar a su presa, observando el cuerpo pálido que yacía encima del mullido colchón y deleitándose con ese pecho que subía y bajaba con rapidez. Inclinándose encima de ese cuerpo y acariciando con sus manos el torso, subiendo y pellizcando con fuerza los pezones rosados, su mente grabando a fuego como ese rostro se contraía por el placer.
"¿Ya tuviste suficiente Aiden?" Yacob mirando los ojos oscuros que le devolvían la mirada con la misma provocación o quizás más que la suya propia. Tenía a Aiden a su merced, atado al cabezal de la cama con su cinturón y completamente desnudo, su piel emanando calor y sudor. Sentándose al lado del cuerpo delgado y notando su propia entrepierna dolorosamente apretada. Jugueteando con los botones que tenía ese pequeño mando.
"No sabía que te iba este rollo..." Aiden riéndose malicioso, echó la cabeza hacia atrás y gimió cuando ese maldito aparato colocado en su trasero aumentó la vibración, arqueando su espalda y apretando la planta de sus pies contra el colchón. Yacob no solo le había besado y arrastrado a su propia habitación, el muy cabrón había cumplido su fantasía más perversa de tenerle atado a la cama gimiendo como un loco. Mirando al rubio y deseando poder verlo desnudo. "Ah... es algo injusto... estoy desnudo y tu no."
"Se puede arreglar..." Yacob desabotonando su camisa y quitándosela con lentitud miró a Aiden, sabiendo muy bien que eso iba a excitarle. Estaba orgulloso de su trabajado cuerpo y mostrarlo para él, no era más que una provocación más para el camarero. Desabrochándose los pantalones y dejándolos a medias, subiéndose encima del cuerpo delgado y recargando todo su peso encima suyo. Quedándose a escasos centímetros de esos labios carnosos, respirando el mismo aire. "...eres hermoso Aiden."
"Y tu eres un pervertido..." Aiden intentando alcanzar los labios delgados y viendo que el rubio se apartaba juguetón, sonrió. Ese maldito Yacob era el hombre más atractivo que había conocido en su vida, su cuerpo era demasiado grande sí, pero tan jodidamente trabajado que daban ganas de perderse en esos abdominales. Y por lo que se podía intuir en ese pantalón desabrochado, no le iba a defraudar para nada el tamaño del ruso. "...bésame o déjame correrme pero haz algo..."
"Me gusta que vayas siendo más obediente Aiden." Complaciendo al de cabellos oscuros, le besó con profundidad, cubriendo su boca por completo y besándolo con desenfreno. Mordiendo los labios carnosos y adentrándose con su lengua en esa boca que tan solo emitía sonidos eróticos, colando una de sus manos por la entrepierna del menor y acariciando el pequeño cordel que salía de su interior, tirando ligeramente de él pero sin hacerlo salir por completo. Notando como Aiden intentaba gemir y no dejándole, ahogándole con su lengua y sus labios.
Aiden estaba sumido en unas sensaciones demasiado placenteras. Los labios de Yacob besándolo de esa forma que le excitaba, esas manos acariciándolo y jugando con su resistencia. El aroma del rubio era tan especial que sabía que no iba a olvidarlo y su miembro dolía de lo excitado que estaba, necesitaba tocarse y correrse. Emitiendo un grito ahogado cuando Yacob acarició su miembro y empezó a masturbarle lentamente, acariciando con el pulgar la punta, haciendo círculos y esparciendo el líquido preseminal.
"Buen perro... ahora déjame correrme..." Aiden mordiendo con fuerza los labios delgados, abrió sus ojos viendo esos pozos azules brillar, notando la lengua bajar por su mandíbula y llegar al cuello, los dientes rozando su piel y luego clavándose en ella como si fuera a succionar su vida. Cerrando los ojos, entregándose a esa mezcla de dolor y placer. La mano grande de Yacob acelerando el ritmo y masturbándole con brío.
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Eternal.
RomanceAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...