Aquellos días de verano

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— Seiya es hora de irnos - dijo el castaño abriendo la puerta de la recamara.

— Si salgo en un segundo - contesto el pelinegro cogió su mochila y le dio una última mirada a la fotografía sobre la mesa de noche.

— Nos vemos bombón - le dijo y salió de la habitación.

Ya sentados en el tren, el pelinegro fijo sus ojos en el paisaje tantas veces había viajado a aquel lugar, tantas veces en el pasado, cerró los ojos recordando aquellos días de verano cuando la conoció a ella en aquel bosque tan verde y lleno de misterios…

Seiya era un niño de siete años bastante curioso e inocente así que cuando oyó que en aquel bosque cerca de la casa habitaban espíritus, no dudo ni un segundo en internarse en el, pero tubo tan mala suerte que acabo perdido en el bosque, ya cansado de dar vueltas y correr de un lado a otro se dejó caer y las lágrimas de frustración asomaron por sus ojos azules.

— Niño… ¿estás perdido? - le pregunto una vos casi musical.

— ¿Quién eres? ¿dónde estás? - pregunto el niño levanto la cabeza.

Desde atrás de un árbol salió una chica rubia, vestía una camiseta de manga corta y unos shorts marrones lo más curioso era la extraña mascara que llevaba puesta, Seiya se levantó de un salto.

— Una persona, estoy salvado - grito y corrió hacia la joven que se movió ágilmente y el niño acabo cayendo al suelo.

— ¿Eres un niño humano, verdad? - le pregunto ella mientras él se frotaba la frente.

— Humano, ¿acaso tu no lo eres? - preguntó.

— Soy algo que vive en este bosque… y si un niño humano me llegara a tocar yo desaparecería - contesto ella levantando la cabeza asía el cielo.

Seiya la miro curioso y estiro su mano intentando tocarla pero ella se apartó, más el pelinegro no se conformó y empezó a corretearla hasta que por poco lo logra pero una enorme rama le dio un duro golpe en la frente y el pequeño cayó al suelo sobándose su adolorida frente mientras la chica recuperaba el aliento por todo el ejercicio que la habían obligado a hacer.

— Realmente no eres humana, ninguna humana golpearía así a un niño indefenso - dijo el pequeño sobándose el chicón.

— Yo te lo advertí, desapareceré si me toca un niño humano - contesto ella

— Vale, ya lo entendí - respondió seiya.

— Vamos te llevare hasta la entrada del bosque para que puedas volver a tu casa - dijo la chica tendiéndole la rama con la que minutos atrás lo había golpeado.

— Enserio - dijo el pelinegro alegremente y volvió a correr hacia la rubia que lo recibió con otro duro golpe.

— Creí habértelo dicho - dijo algo asustada al ver lo cerca que había estado.

— Lo siento - susurro el sobándose la frente nuevamente.

El pequeño niño cogió la rama por un extremo y la chica sostenía el otro así caminaron largo rato hasta que llegaron a la entrada del bosque.

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