Yacob tras llegar a su casa y ver que era imposible encontrar a Dimitri, decidió descansar un poco. Aiden le había dejado completamente agotado aunque no fuera a decírselo nunca, aún podía recordar ese bello rostro contraerse por el placer y como le observaba con esos ojos negros como si fuera la mismísima salvación. Sintiendo la extraña necesidad de volver a verlo, se lo imaginaba en su habitación, esperándole en la cama con un atuendo hogareño, lo podía ver en ese sofá de piel negro leyendo un libro con esos cabellos ondulados cayendo graciosamente, con esa sonrisa traviesa tan característica y con esa palidez que le hacia ver frágil. Era tan angelical y él estaba completamente dispuesto a manchar esa piel por toda la eternidad. Aiden sería suyo, no importaba cuánto costara pero su hambre por mantenerle atado a él iba in crescendo.
Se levantó de la cama buscando en su armario la ropa para poder irse en un rato, sorprendentemente el viejo Yamada había solicitado verlo y le pareció gracioso, ya que hacia poco que habían hablado de él con Dimitri.
"¿Cuando llegaste?"
"Eso debería preguntarlo yo Dimitri." Yacob agradeciendo que por fin apareciese su mano derecha, miró de soslayo al hombre que le miraba con una sonrisa divertida. "¿Qué te divierte?"
"Deberías verte la espalda... parece que ese Aiden te ha marcado como al ganado." Dimitri se sentó en la butaca que había en la gran habitación de su jefe, escapándose su risa cuando este se miró como pudo en el espejo y suspiró fuertemente. "Pasaste una buena noche."
"Creo que la mejor de mi vida." Yacob en el fondo se sintió un poco reconfortado, esas marcas rojizas en su espalda no eran más que una marca del pequeño Aiden, como si fuera de su propiedad para que cada vez que lo viera, no olvidara que eran suyas y de nadie más . Un beto a cualquier otro encuentro sexual con esos arañazos a lo largo de su espalda. "Voy a hacerte dos preguntas y vas a contestar."
"Ok..." Dimitri contuvo el aire de sus pulmones, Yacob era su amigo pero también su jefe y sabía que no podía mentirle mucho más de lo que ya lo hizo.
"¿Sabes por qué el viejo Yamada quiere vernos? Últimamente las cosas andan tranquilas en la yakuza, que quieran vernos después del asunto con Viktor, me parece extraño. Aunque mantengamos el acuerdo de no meternos en sus territorios, pensé que no querrían saber nada de nuestra gente." Yacob cogió una camisa de su armario, colocándosela mientras miraba al de cabellos negros que no le desviaba la mirada.
"No lo sé. Investigué pero al parecer los negocios no han cambiado, siguen ocupándose del tráfico de armas en su zona y estaban contentos con nuestra tregua. Es más tu mismo me dijiste que hace un tiempo para año nuevo te trajeron un regalo de su parte." Dimitri quiso creerse sus palabras, no eran ninguna mentira. Nada más enterarse de la reunión fue el primero en investigar después de todo lo ocurrido pero nada. El territorio seguía igual, sin problemas y con la normalidad que puede existir en la yakuza. "En ese aspecto, estoy igual que tú. Lo siento, no encontré nada."
"Déjalo. Lo veremos en un rato." Yacob después de acabar de vestirse y colocarse la americana, miró su reloj, debían irse hacia el distrito de Yamada para poder tener la reunión, ese hombre tenía demasiado en cuenta la puntualidad. "Mi otra duda contigo es más banal que otra cosa. Sé que tienes tu vida. No me voy a meter en eso pero ayer los chicos me dijeron que saliste a la madrugada, no creo que quieras engañar a Misha en los burdeles." Yacob escondió su preocupación como amigo, vistiéndola de negocios.
"Necesitaba dar un paseo, nada más Yacob. Todos tenemos nuestros momentos que necesitamos pasar en privado, no pretendo ser maleducado pero creo que me he ganado el derecho a poder salir cuando se me antoje si no hay negocios de por medio." Dimitri algo molesto por la pregunta, se acomodó en el sofá. Conocía a Yacob, esa pregunta era más una preocupación como amigo que como jefe. "Si estabas preocupado, no ocurrió nada. Necesitaba salir. En cuanto a Misha, deja el tema en paz, por favor."
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Eternal.
RomanceAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...