27: Under the stars

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El viaje de regreso había sido ameno. Entre la música que escucharon durante el camino y lo rápido que se les pasaba el tiempo estando juntos, les pareció un instante.

Cuando llegaron al camino de pedregullo que llevaba a la cabaña, Jungkook apagó la música: quería ser lo más silencioso posible, pues lo más seguro era que la abuela de Jimin estuviese durmiendo. Y cuando estuvieron a unos pocos metros del porche, frenó por completo.

—Bien... —dejó salir Jungkook con cansancio, retirando las manos del volante a regañadientes— Ya estamos aquí.

Significaba que tenían que despedirse, cosa que por supuesto ninguno de los dos quería. Jimin largó un suspiro y cerró los ojos. Estaba haciendo tiempo.

De pronto, una idea cruzó la mente del menor.

—¡Tengo algo que mostrarte! —exclamó emocionado, abriendo los ojos. Luego abrió la puerta del vehículo y se bajó— Ven, sigueme.

El vampiro lo miró enternecido y, por supuesto, aceptó. Y es que la noche aún era joven, todavía quedaban tres horas de oscuridad.

Jimin trotó hacia uno de los costados de la casa, siendo seguido por el más alto. Estaba en frente a la pared que daba a su habitación, era notorio por la antigua ventana del ático. En el cesped, debajo del suelo elevado de la cabaña, había una escalera.

—Ayúdame —le pidió.

Jungkook entonces le ayudó a levantar la larga escalera metálica y ponerla de manera vertical contra la pared sin hacer mucho ruido.

Acto seguido, el castaño subió hasta quedar a la altura de la ventana. Deslizó entonces una de las hojas, se asomó hacia el interior y de allí sacó un pequeño telescopio... tenía trípode pero no estaba desplegado aún, así que era fácil de cargar. Volteó a ver la expresión del más alto (quién estaba sosteniéndole la escalera), encontrándose con una gran sonrisa. Luego siguió subiendo hasta llegar al techo. Una vez arriba puso el telescopio en su lugar y espero a que Jungkook subiera.

—¿Hace cuánto tienes eso? —preguntó curioso el vampiro, no recordaba que Jimin le hubiese mencionado antes un telescopio.

—Desde hoy —sonrió—, al parecer mi abuela lo tenía guardado para regalármelo en mi cumpleaños.

—Te conoce muy bien —observó, acomodándose más cerca del cuerpo de Jimin.

—Así es —asintió el castaño, estirando su espalda para despedazarse un poco.

Habían tomado alcohol y tenían un poco de calor, no podían descifrar si la noche estaba fresca o templada. Jungkook cerró sus ojos con calma y dejó caer su frente sobre el hombro izquierdo de Jimin, para después refregarla un poco como si fuese un gatito.

—Adorable —se burló Jimin.

—Culpo al vodka —se escusó él al instante, pero su voz era ronca y un tanto somnolienta. Estaba bajando la guardia, cosa que no solía hacer en absoluto... con nadie.

Levantó entonces la mirada, encontrándose con los tiernos ojos de Jimin que también lo miraban. Y decidió quedarse así por un rato, apreciando todos y cada uno de los preciosos detalles en los finos rasgos del rostro del chico. Y, mirándolo así, se le ocurrían tantas preguntas por hacerle...

Y detrás de él no había nada más que un luminoso mar, infinito y profundo, de estrellas. Estrellas blancas y rojizas que titilaban, estrellas grandes y pequeñas. Estrellas que eran igual de infinitas que el universo.

Regresó la mirada a Jimin, ese chico tan particular que siempre encontraba una manera inusual pero fantástica de alegrar sus días. Supo que no podría estar mejor acompañado ni en un mejor lugar que ahora, y eso para nada era poco decir.

Tanofobia ☀ [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora