₱ɌɆ₮₮¥ ₲ƗɌⱠ [Fᴀᴅɪᴇ]

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬

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Good Morning Wolfhard.

──¿Que carajos? ¡Si yo no tengo sexo en mi cama, nadie lo tendrá!

Tras el anuncio de la pelirroja, ambos se exaltaron, fue de tal forma y al estar tan cerca que acabaron rozando levemente sus labios. Rápidamente se alejaron el uno del otro, el ojiverde se apartó y Millie pegó un salto de la cama.

Sadie soltó una risa picara y los apuntó con su dedo índice a ambos simultáneamente repetidas veces──¿Acaso ustedes dos..?──elevó y bajó ambas cejas.

──¡¿Qué?! ¡No!──exclamó Noah exaltado.

──¡Never! ¡Never!──exclamó Millie al mismo tiempo.

Sadie entrecerró sus ojos dudando de lo que ambos le decían──¿Okay?

──¿Quién era al final?──indago Millie intentando cambiar de tema.

Todo bien con que intente cambiar su personalidad e intentar ser una mejor persona pero besar a la persona que fue su contrincante y enemigo desde primer año, eso no iba a permitirlo jamás.

──Era Raulito──contestó restándole importancia.

──¿Y ese quien es?

──El repartidor de cerebros, dejo el tuyo en la sala ¿Quieres ir a buscarlo?──señaló la puerta y soltó una risa.

──No. Tranquila puedes quedartelo, a mí no me hace falta──contestó Noah y le tiró una almohada.

Lunes 10:40 am.

El grupo se había separado, ninguno de los restantes entendía el porqué de tal acontecimiento, Noah y Sadie pensaban o más bien creían que aquello se le pasaría al rizado, aunque no fue así y ellos en el fondo ya lo presentían.

Sadie aquella noche no había podido dormir pensando en las palabras de Finn y en las imágenes que él tenía en su celular ¿Quién sería capaz de enviarle esos mensajes? Y aún peor ¿Eso se podía llamar acoso? Porque el tener tantas imágenes y enviárselas a alguien sobre momentos específicos requiere bastante tiempo y seguimiento. Aunque lo que más importaba ahora era el movimiento que realizaría Finn, ella esperaba una señal, cualquier movimiento con el cual acercarse a hablar, pero su espera era en vano.

──Ey Sadie──susurró Sabrina a su lado acariciandole su cabello pelirrojo, sonrió apenada──Te dejo sola por unas horas y te mandas una cagada atrás de la otra──bromeó intentando hacerla reír.

La pelirroja sonrió haciendo una mueca──Sabri en serio no quiero que me mires con lastima, como a esos perritos de la calle que pasan frío en las noches