To Love Myself

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Luzu tomó el paquete con las manos temblorosas, esperando que el pobre repartidor no se diera cuenta de su nerviosismo. Según las políticas de seguridad de la empresa, él ni siquiera tenía idea de lo que había en las cajas que entregaba a sus clientes, pero eso no evitaba que Luzu no se sintiera culpable. Cómo un niño que hacía una maldad y hacía todo por que sus padres no se enterasen, Luzu le dio su firma al empleado y abrazó la caja contra su pecho una vez cerró la puerta. Esperó a que la vagoneta se alejara de su propiedad antes de cerrar las cortinas y encerrarse en su habitación.

Aunque Luzu actuara como si cargara una bomba entre sus manos, no lo era. Tal vez sería menos vergonzoso que así fuera.



Todo empezó por una conversación que tuvo con Alex en una fiesta de Vegetta.

Luzu nunca había tenido problemas con Lely, pero después de unas cuantas copas de vino lo había atrapado desprevenido cuando le sugirió maneras de "mejorar el amor hacia uno mismo".

― ¿Quién dijo que no me quiero a mi mismo? ―Había preguntado Luzu con una botella de vino en una mano y una expresión de incredulidad en su rostro. Lely soltó una carcajada en su cara.

― ¡No se trata de solo quererte, Luzu! Tienes que adorarte. ―Dejó caer su nuca contra la hamaca y levantó su pierna de manera provocativa. ―Cuando te sientas mal, oblígate a sentirte bien, ¿entiendes? Busca la mejor ropa que tengas, arréglate de puta madre y que se joda el resto del mundo.

Luzu asintió, aunque no entendía con claridad a que se refería Alex. El vino le hacía procesar todo de manera más lenta.

―Tu cara de cordero me dice que no entiendes. ―Lely rodó los ojos. Después sacó su celular y comenzó a teclear algo que Luzu no alcanzó a ver ―Mira, quiero que cuando llegues a casa, entres a la página que te voy a mandar y compres lo primero que te llame tu atención. ¿Sí?

Luzu había vuelto a asentir sin comprender mucho la situación y sintió su celular vibrar en su pantalón, pero ignoró el mensaje hasta que llegó borracho a su casa. Tirado en el sillón, entrecerró los ojos para ver la página entre la oscuridad y, pensando que todo lo que le había dicho Lely era verdad y una excelente idea, compró lo que le pareció más bonito.

Ahora, encerrado en el cuarto principal de su casa y viendo la caja como si fuera un objeto maldito, Luzu tenía un cúmulo de sentimientos encontrados. Todo habría sido más fácil si su borracho ser no hubiera escuchado a Lely, estaba que moría de la vergüenza de si quiera haber visto la tela en la caja. Pero, por otro lado, la ropa ya estaba ahí y no tenía nada de malo probársela, ¿verdad? Solo sería un desperdicio de dinero y de tiempo.

No hería a nadie si sucumbía a la tentación.

Así que sucumbió a la tentación.

Luzu soltó un sonido agudo de la sorpresa al descubrir que la tela era bastante suave al toque. La caja era más grande que su contenido: un par de medias largas de color negro y otras de color blanco pulcramente envueltas en papel decorativo. Ambas eran elegantes, pero las negras captaron primero su atención por la manera en que sus moños grandes y ostentosos le recordaban a Luzu a una muñeca de porcelana de calidad. Las tomó en sus manos, dejando a las medias blancas en la caja por el momento.

Dejó las medias en la cama, acomodándolas de manera cuidadosa una al lado de la otra. Sus manos temblaban un poco por lo que iba a hacer. Después se quitó sus zapatos y las calcetas y caminó descalzó por su cuarto para traer su espejo de cuerpo completo un poco más al centro de su habitación. No quería arruinarse a sí mismo la sorpresa viéndose antes de tiempo, era mejor que volteara cuando ya estuviera listo.

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