[El hijo mayor de la familia Akashi se paró de su asiento en el suelo y miró por un largo rato hacia la gran calle que era transcurrida por todo tipo de comerciantes y viajeros.
El negocio de la familia Akashi era prospero y se pensaba que acumularían una gran riqueza con el pasar de las generaciones, aunque ahora no fueran tan famosos como algunas grandes tiendas pensaban en trabajar más duro y abrir tiendas y tratos a lo largo de todo el país.
Después de todo Japón apenas estaba comenzando a reconstruirse y abrir nuevos negocios, los usureros aún existían y las malas inversiones y estafas estaban a la vuelta de la esquina.
El primogenito de la familia Akashi porfin había terminado sus estudios y todos tenían esperanzas que con su gran intelecto llevara a la gloria a su familia y a su apellido.
El joven pelirrojo no era un ingenuo y a pesar de llevar sólo un par de años como dueño y jefe de su propio negocio, lo estaba haciendo perfecto.
El negocio de los Akashi estaba subiendo como la espuma, habian comenzado con un barco, donde comerciaban joyas y comida a diversas provincias y pueblos, ahora ya eran más rentables y no sólo se dedicaban a exportar para terceros sino comerciaban sus propios productos y diversas joyerias.
Y fue en uno de los viajes en donde el hijo mayor de los Akashi supervisaba que lo conoció.
El chico castaño simplemente descargaba mercancía de los barcos, su trabajo había sidp descargar la mercancia del barco de los Akashi pero no fue así exactamente que llamo su atención.
La verdad era que el chico había robado un collar y después de hacerlo había querido huir pero no lo logro porque la seguridad del barco no era igual a todos los demás barcos y tripulaciones que se encontraban en el muelle.
Los hombres que se encargaban de vigilar el barco llamaron y avisaron de todo al dueño del barco.
El hijo de los Akashi era calculador, despiado y frío, las leyes para los ladrones en el japón donde vivían no eran tan buena como la actual.
Las leyes no eran tan aplicadas no porque no existieran sino que en un mundo que apenas se estaba recuperando de la guerra lo menos importante era un ladron cualquiera.
De hecho el único que se podía hacer cargo del ladron era el dueño del barco.
El hombre pelirrojo pensó en hacer que el sucio ladron devolviera la joya y después de eso le daría una lección para que no volviera a robar pero cuando entró al lugar donde lo tenían prisionero nunca espero que el ladron fuera un pobre chico de cara bonita.
Es decir, el chico no parecía mas que un ingenuo y tonto, no podía creer que se había atrevido a tratar de robarle, a él.
El heredero de los Akashi pensó en que hacer, el joven castaño estaba tirado en el suelo, amarrado de manos a un poste, su cara estaba roja y sucia y su ropa estaba a punto de romperse.
Temblaba ligeramente pero apesar de verse nervioso y angistiado no dijo ninguna palabra.
-¿Porqué robaste la joya?
Pregunto el dueño, el joven castaño bajo sus ojos cafés y miró el piso, avergonzado de su acctitud.
-Preguntaré de nuevo, ¿porqué robaste el collar?¿fuiste tú o tienes más complices?
El hombre pelirrojo se agacho y tomó la barbilla del chico para poder verlo de frente, el joven sudaba nervioso, sus brazos presentaban algunos moretones, debido a que había tratado de escapar había sido golpeado.