Desde que tiene uso de razón, Midoriya Izuku ha visto algo que la gente normal no puede.
Él, a su corta edad de 4 años se percato que todas las personas a su alrededor tenian un extraño hilo rojo atado a su meñique. A medida que fue creciendo, quiso...
Era Viernes a las 23:45 pm y un pequeño peliverde se encontraba en su casa preparando la cena, estaba feliz era notorio le habían aceptado en su nuevo trabajo en una tienda cerca de ahí y comenzaba su entrevista laboral mañana, sabía que su mamá no estaría de acuerdo, pero ¿Por que debería enterarse? No es como si fuera malo, es para ayudarla solamente eso es lo que de repetía en su cabeza una y otra vez...
—Volví cariño—dijo una mujer de pelos verdes entrando a la cocina donde se encontraba el menor.
—Bienvenida mamá, ¿Como te fue? —le preguntó el menor.
—Fue un día agotador para ser el primero, pero me fue bien ¿Y como te fue en la escuela cariño?—dijo mientras se sentaba en la mesa.
—Nada fuera de lo normal, pero mejor dicho lo de siempre fuimos a la Biblioteca con Todoroki-kun y hablamos un poco de su familia de camino aquí—mencionó para dejar los platos de comida en los lugares correspondientes.
—Algún día deberías traer a Todoroki-kun, ya quiero conocerlo—dijo para llevarse una cucharada de comida a la boca.
—¿P-Por que lo quieres conocer?—preguntó el pecoso algo nervioso.
—Pues, siempre me cuentas sobre el, además de que siempre pasas tiempo con el y eso te hace ser feliz como cuando eras tan solo un niño... Me gustaría conocer a esa persona que te hace sonreír de oreja a oreja recordandome a ese niño tan feliz que no le importaba nada más que ser alegre haciendo muy feliz a tu madre...—dijo con nostalgia sonriendo y con unos ojos algo llorosos.
—Mamá... Esta bien, en cuanto pueda le invitaré a casa—dijo feliz aquel peliverde colocando su mano sobre la mujer quien le observaba a los ojos.
—Gracias cariño... Ahora terminemos de comer y a dormir que aunque sea fin de semana mañana tengo que trabajar y tu debes hablar con tu amigo para conocerlo lo más pronto posible—dijo para llevarse la última cucharada de comida a la boca y ver al peliverde apresurarse en terminar con una leve sonrisa.
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Era sábado las 10:17 am y en un pequeño departamento se encontraban una mujer de pelos peliverdes tomando su cartera y colocándose sus tacones y girando una última vez despidiéndose de aquel pecoso modulando unas palabras antes de que cerrará la puerta por completo: "cuidate y que te vaya bien mamá". Después de irse pasaron minutos para que aquel pecoso viera la hora y salir de aquel departamento con su celular, audífonos y las llaves...
Se encontraba sentado en el sofá de aquella casa tan vacía y callada, amaba el silencio, pero esta vez añoraba escuchar la puerta abrirse para ver a su hermana llegar, estaba listo hace ya un par de horas, era innevitable sentirse emocionado, después de todo hoy iría a visitar a su madre, había esperado ansioso ese fin de semana ya que el anterior no la pudo visitar por culpa de su padre o como el le decía " Viejo".
—¡Ya llegué! Shoto prepárate para salir de inmediato—gritó para entrar a la sala de estar quedando impactada por lo que sus ojos veían.
—Estoy listo, salgamos para ver a mamá—dijo levantando un pulgar pero con su típica cara.
