Capítulo 36

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Angie

La cara de Dennis se puso pálida. Cogí su mano, pero no reaccionó. Se quedó allí sentado escuchando hablar a la persona en la otra línea. Cuanto más hablaban más blanco se volvía. Mi corazón estaba acelerado. Algo terrible había pasado. Me quedé esperando a que él dijera algo. Cualquier cosa. Pero no lo hizo.

—Estoy en camino —dijo con una voz plana antes de dejar caer su teléfono en su regazo y moviendo su mano de mi agarre para sujetar el volante.

—¿Hay algún problema? —pregunté más asustada ahora de lo que había estado mientras él estuvo al teléfono.

—Entra a la casa, Angie. Me tengo que ir. Dalu ha tenido un accidente. Algún maldito velero —Cerró sus ojos fuertemente y masculló una maldición—. Solo necesito que salgas del auto y vayas adentro. Te llamaré cuando pueda pero tengo que irme, ahora.

—¿Esta herida? ¿No puedo ir contigo?

—¡NO! —rugió, sin dejar de mirar hacia el frente—. No puedes venir conmigo. ¿Por qué siquiera preguntarías eso?. Tengo que ir a verla y necesito que salgas del auto.

Estaba herido y asustado. Entendía eso. Pero quería estar ahí para él. Lo amaba y no lo quería sufriendo solo.—Dennis, por favor déjame ir contigo…

—¡SAL DEL AUTO! —gritó tan fuerte que mis oídos escocieron. Busqué a tientas por el pomo de la puerta y agarré mi bolso.

Aceleró el motor y siguió mirando hacia el frente mientras sus nudillos se volvían tan blancos como su rostro, resultado de agarrar el volante tan fuerte. Quería decir más pero él estaba tan alterado, que estaba asustada de lo que haría. No quería oírme hablar ni tampoco quería mirarme.

No quería llorar en frente de él. Eso no era lo que necesitaba en este momento. Salí del auto tan rápido como pude. Antes de poder cerrar la puerta por completo, tiró el auto en reversa y dio la vuelta fuera del camino de entrada. Me quedé allí, viendo cómo se alejaba. No podía ayudarlo. No era necesaria.

Las lágrimas ahora corrían libremente por mi cara. Estaba sufriendo. Mi corazón se rompió por él. Una vez que llegará ahí y la viera, me llamaría. Tenía que creer eso. Quería llamarlo y obligarlo a hablarme pero mis oídos aún zumbaban y mi corazón seguía herido por sus palabras.

Finalmente giré a mirar atrás en la casa. Era grande, extensa y oscura. Nada era acogedor en ella sin Dennis. No quería estar aquí sola, pero tampoco tenía un auto para manejar donde Fran. No debería haberme mudado. Había sido demasiado pronto. Todo con Dennis se movía demasiado rápido. Ahora, todo estaba a punto de ser probado. No estaba segura sí estaba lista para esa prueba. Aún no.

Llamar a Fran y decirle que necesitaba un aventón al trabajo y que Dennis se había ido no era algo para lo que estaba preparada esta noche. Ella encontraría algo malo con esto y me haría sentir incluso peor. Entendía el miedo de Dennis y el modo en que reaccionó y se fue, pero Fran no lo haría. Al menos no creía que lo hiciera. Dennis había ganado algunos puntos a su favor cuando puso el anillo en mi dedo en frente de ella y quería mantenerlo de ese modo.

Abrí mi bolso para sacar las llaves cuando me di cuenta que no las había traído. Dennis me había llevado al trabajo. No había creído necesitarlas. Mirando hacia atrás a la oscura casa, estaba casi aliviada de que no tendría que estar allí sola esta noche. El club estaba tan solo a cinco kilómetros de aquí. Podía caminar. Entonces el departamento de Fran estaba a solo un corto paseo desde el club. La brisa de la tarde había calmado los ánimos y no estaba tan mal. Puse la cartera sobre mi hombro y comencé a bajar por el sendero de ladrillo pavimentado hacia la calle.

Nunca demasiado lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora