Escuchaste el grito de tu pequeño gatito en la habitación y un momento después lo tenías frente a ti con una expresión de clara decepción, en bóxer y camisa, con su cabello color negro despeinado y haciendo un bonito puchero con los labios.
—¿Qué pasa pequeño?
— ¡Mommy! — dijo, entristecido, estirando la camisa con sus manitas para que la vieras — ¡Te lo dije, estoy gordo!
— No estás gordo bebé, ya habíamos discutido eso.
— ¡Pero la camiseta del concierto Epik High ya no me queda! ¡Mira! — sollozó. Últimamente el pequeño había estado realmente obsesionado con su peso y parecía que el mundo se le iba a caer encima en esos momentos — Estoy gordo... y esta es mi camiseta favorita...
No ibas a negarlo, la camisa no le quedaba como se supone que debería. Parecía que se había encogido al punto de parecer más bien un top, que, no estaba de más decirlo, le quedaba muy bien. El negro de la tela contrastaba de forma muy bonita con lo pálido de su piel que comenzaba a revelarse desde un poco más arriba del ombligo, permitiendo una clara y hermosa visión de su vientre evidentenente plano y aquel piercing que siempre había tenido.
Sin embargo, había un detalle en toda esa situación que tu pequeño no había notado.
— Bebé, esa camiseta no te queda porque es mía...— le explicaste.
Por cosas como esas era que preferías ayudarlo a vestirse, pero él había insistido en que podía hacerlo solito.
Los sollozos del chico se detuvieron casi de golpe.
— ¿Mmh? — murmuró, confundido, y entonces miró nuevamente a su ropa, cayendo en la cuenta de que tenías razón — Oh...eso explica muchas cosas... Mommy creo que deberíamos dejar de comprar camistetas exactamente iguales en los conciertos.
Soltaste una risita y le pellizcaste una mejilla con cariño a tu pequeño, que ahora sonreía.
— Príncipe, quiero que dejes de creer que estas gordo, ¿de acuerdo? — le dijiste, acunando su precioso rostro con ambas manos — recuerda que siempre y cuando mi gatito se mantenga saludable el peso no es importante. Tú eres bonito y yo te amo sin importar lo que diga una tonta báscula, ¿entendido?
Yoongi asintió, de forma dulce y obediente.
— Haré todo lo posible por dejar de preocuparme por eso Mommy, lo prometo.
— Bien, me gusta escuchar eso — le dijiste, antes de plantarle un beso en los labios — Ahora bebé, hablando muy enserio, creo que mi camiseta realmente te queda muy bien, ¿por qué no intentas usarla con los pantalones negros, las botas y un gorro, y vamos más tarde a ver un partido de baloncesto? Estoy segura de que te verías precioso.
