Capítulo 18

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Ethan

5:00 pm, el reloj marcaba esa hora y mamá se sentaba en un sillón frente a mi, mientras me miraba.

Parecía nerviosa, ansiosa, era entendible, hoy era el día en que ese hombre vendría, en que lo vería de nuevo, en que volvería a escuchar de nuevo su voz. Habían pasado tantos años que ni siquiera recordaba su voz.

Me pregunto que tendrá para decirnos, eso si me causaba mucha curiosidad. Pero a decir verdad, no quería verlo, no quería recordar que nos abandonó, no quería que estuviese cerca de mí.

Mamá no dejaba de ver hacia la puerta principal, sí, como lo dije, estaba ansiosa.

En eso, el timbre resonó por toda la casa, y mamá abrió los ojos y quedó paralizada, yo simplemente la vi, esperando que se levantara y abriera la puerta.

Pero viendo que ella parecía no tener intenciones de abrirla, me levanté y lo hice yo.

Un hombre alto, aún más alto que yo,(y eso que yo era muy alto), se encontraba parado frente a mí.

Venía vestido completamente de ropa negra, hasta sus botas, su ceño lucía, levemente fruncido, sus cabellos negros y otros blancos estaban perfectamente peinados hacia atrás, y lo que pude ver, había venido en moto.

Cuando me vio, su rostro se relajó un poco y su mirada se hizo menos pesada sobre mí.

Era imponente, un hombre muy alto, se veía intimidante a primera vista.

Sin darme cuenta, mi mamá ya se había levantado y se encontraba parada a mi lado, seguramente igual de asombrada por el hombre que teníamos enfrente.

Un silencio muy incómodo reinó en la puerta de mi casa en ese momento, ¿por qué nadie decía nada?.

—Antonio... —. Pronunció en un susurro mi mamá.

—Keena—. Respondió el otro—. Y tú debes ser Ethan—. Se dirigió a mí esta vez.

Me causó escalofríos escuchar esa voz dirigiéndose a mí, esa voz grave, que no recordaba tan grave cuando era pequeño.

—Dios, cuanto has crecido—. Murmuró sorprendido.

—Sí, pues fue un largo tiempo que estuviste buscando cigarros—. Respondí sarcástico y me fui a sentar al sillón sin esperar respuesta de su parte.

A los pocos segundos él entró y mi madre venía detrás.

El hombre se sentó en un sillón frente a mí, el mismo que ocupaba mi madre minutos antes de que él llegara.

El silencio se hizo presente de nuevo en el lugar, mamá y yo mirábamos a Antonio, expectantes.

Pero él aún no se dignaba a decir una palabra y yo comenzaba a impacientarme.

—¿Y bien...?—Decidí alentarlo para terminar con esto de una vez.

Él me vio y asintió, cuando abrió la boca para empezar a hablar se escuchó un cacareo en la sala, Lola iba pasando entre nosotros, llamando la atención de Antonio.

Su mirada en mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora