Claroscuro

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Era una mañana cualquiera.

Y como en toda mañana cualquiera, el sonido de un despertador retumbaba en todos los rincones de la habitación que compartían dos entes reposando en una mullida cama bajo sus cobijas.

Sin embargo, un poco de movimiento se podía apreciar cuando Manuel era despertado de golpe por el fuerte abrazo de su pareja cuando en protesta por el sonido tan insistente de la alarma había hecho lo que mejor sabía hacer: exigirle a su pareja que fuera quien apagara la tortura sonora.

El castaño afilo su mirada hacia Martín, pero debía aún tener una expresión adormilada para menguar su usual efecto ya que el otro no reaccionó, y así con dicho incentivo estiró su brazo hacia la pequeña cómoda a un lado de la cama.

Sólo para darse cuenta que tenía que pasar por encima del rubio con quien compartía lecho para llegar a su objetivo.

Gruñó por lo bajo y decidió que no, era el turno de Martín de apagar el despertador; así que dejó caer su mano y se acomodó mejor contra el otro cuerpo aprovechando el abrazo.

La alarma replicó por unos dos minutos más.

"Manuuuu", lloriqueo el rubio apretando más al aludido pero sin hacer indicio que se levantaría aún con sus ojos cerrados.

"No po, tú estaí más cerca", dijo el castaño con sus ojos también cerrados, "Además tienes el turno matutino entre los dos"

Un minuto más pasó con el despertador realizando su tarea.

Manuel sonrió triunfal a pesar que la calidez de los brazos ajenos le abandonó y escuchó el sonido de las cobijas rozando entre si cuando Martín se dio media vuelta para apagar lo que llamaba un 'infernal invento' entre balbuceos.

No pudo disfrutar mucho de su reciente victoria cuando sintió una colisión contra su costado que le hizo rodar casi cayendo de la cama; de no ser porque sus garras salieron de manera instintiva aferrándose al borde del colchón, como si su vida dependiera de ello, quedando colgado a escasos centímetros del suelo.

El castaño agradeció la sensatez que ambos tuvieron al diseñar la habitación, no colocando el nidito de amor tan alto: empotrado a unos metros del suelo, cuando este tipo de sucesos acontecían.

Vio al rubio abalanzarse hacia él en su rescate cuando se percató que al estirar la espalda sus alas involuntariamente se materializaron golpeando de paso a su compañero al abrirse; quien haciendo usos de sus características físicas se había salvado a sí mismo de caer al frío suelo como un 'grandioso' inicio de alba.

Tristemente cualquier rastro de sueño del demonio desapareció por completo. En especial si las alas desaliñadas que el castaño portaba eran cualquier indicativo de su abrupto y violento despertar.

Ahora su mirada afilada si tuvo el efecto deseado sobre el ángel, quien sólo se derretía en disculpas una vez tuvo a su pareja de vuelta en sus brazos y le daba mimos para enmendar su error; prometiendo de paso un regalo después de concluir su jornada laboral.

Y esta era la razón de mayor peso por la cual el demonio usualmente tomaba la tarea de despertar a ambos. Apenas estuvieron un poco despabilados la pareja descendió al suelo de manera más tranquila en esta ocasión, flotando hasta que sus pies tocaron la superficie empedrada.

"¿Por qué tenemos ese poco agraciado aparato?", refunfuño el ángel aún con sueño frotándose los ojos con su pulgar e índice.

"Fue idea tuya, querido", respondió con sarcasmo el demonio más lúcido que su compañía, "y si no mal recuerdo... lo compraste sin consultarlo conmigo"

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