Parte 1

5 0 0
                                    

Aleteó con todas sus fuerzas.

¡No puede ser verdad!

Divisó a su árbol favorito y aumentó la velocidad.

Hizo su rutina de siempre. Se posó sobre la rama más alta del árbol y apoyó su cabeza contra el tronco. Esta vez, para tomar un poco de aire y ordenar sus ideas.

Sin dar aviso, soltó: -¡No te pueden hacer esto!-bramó furioso. -¡Llevas años regalando tu sombra para que sus niños puedan jugar y correr sin quemarse en los calurosos días de verano! ¡Es injusto!-

-La vida no es justa, pajarito.-respondió tranquilo e imperturbable.

-¡Debes correr! ¡Debes esconderte! Lejos, muy lejos, así no te harán daño.- La angustia era notoria en su voz. No quería que hicieran daño a alguien tan preciado para él.

El árbol esperó paciente a que su amigo terminara con su monólogo, y dijo: -No voy a correr. No voy a esconderme. Ha llegado mi hora y la recibiré con los brazos abiertos.-

Alargó una de sus ramas y acarició la coronilla del pajarito delicadamente con una de sus hojas.

El cuerpo del pajarito temblaba violentamente en un intento de contener las lágrimas que amenazan por salir, como si de un río se tratase.

-Llora.-ordenó. -Todo lo que necesites...., pero recuerda, siempre que yo esté en tus recuerdos, voy a estar tan vivo como el día que me conociste.-le dijo con afecto. Pajarito creyó notar cierto temblor en su voz, pero no se lo señaló. -Ahora vete, pequeño. Ya es hora.-

Se escucharon unas voces a lo lejos.

El pajarito disfrutó la sombra que le ofrecía su árbol por última vez. Intentó grabar en su memoria cada pliegue, cada hoja verde que nacía de sus ramas.

Para los ignorantes que lo iban a cortar, era un árbol más.

Para él, era todo.

Junto a él se iban amaneceres majestuosos vistos desde sus ramas, tardes enteras de canto y diversión.

Alzó vuelo a una distancia prudente.

Sentía que no podía dejarlo, no ahora.

Se mantuvo en el aire, admirando el macabro espectáculo.

Tenía que ser valiente.

Las raíces fueron arrancadas del suelo, con dificultad.

Sonrió con tristeza. Si de algo estaba seguro, era que conocía a su amigo. Jamás había dado sus ramas a torcer sin dar un poco de pelea.

Sentía que sus emociones lo desbordaban, por lo que hizo lo mejor que podía bacer. Lo que su árbol le enseñó.

Abrió su pico y de él, emergió una triste melodía, acorde a la situación.

Una despedida.

Él no era un animal sentimental. Ni siquiera amistoso,  pero debía admitir que se tomó su tiempo antes de confesar a ese maltrecho árbol que lo consideraba un amigo. 

Amigo.



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 16, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora