True Angel.

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Comenten por favor.

Contenido religioso, que no busca ofender a nadie, y también busco que nadie de ustedes comente en contra de cualquier religión. Una cosa es no creer y otra ofender.

Adv. Contenido delicado.


Taekook.
Th. 22 años.
Jk 17 años.





España 1470




-En el nombre de Dios. ¡Todo por purificar a éste mundo!... - recitaba el padre de aquel pequeño pueblo.

Todos con la cabeza gacha. Esperando a que el castigo que se le daba a aquel hombre en frente de todos iniciara.

Jungkook, un joven pelinegro, jugaba nervioso con su mano, mirando más que nada por obligación lo que sucedía al frente.

El hombre gritaba mientras caía poco a poco sobre aquella enorme estaca de madera. Gritando por piedad.

El tronar de la leña a un lado no podía opacar el espantoso sonido de la piel de aquel pobre muchacho la cual se desgarraba cada segundo.

Algunos estaban rezando, por el alma de él, o por algo más.

Jungkook sentía sus ojos húmedos por las lágrimas de terror. Intentando no desmayarse al ver la sangre caer a chorros desde el ano del chico, que estaba perforando poco a poco.

Pronto su visión, la cuál seguro estaba perturbada junto con su gesto asustado, fue bloqueada por un cuerpo.

Sabía de quién era.

-no mires Kook. - se escuchó la voz de aquel castaño.

El era miembro de la iglesia. Nacido por alguna prostituta a la cual seguro fue torturada con la pera vaginal, desgarrado su interior.

Fue adoptado por la iglesia. Asegurando que en un futuro liderará a la capilla de aquel lugar.

El era conocido como el niño más puro del lugar. Siempre deboto, siempre fiel.

Era como un ángel ante todos. Sabiendo que el buen futuro purificado quedaría en excelentes manos.

Se encaminaron dentro del convento de tortura. Que en realidad la mayoría de los castigos se llevaban debajo del mismo. En el sótano.

El le temía a las torturas. A pesar de que le educaron de forma que supiera que los castigos eran correcto y en nombre de Dios, el no lo consideraba así.

Le aterraba, y cada castigo le seguía aterrando, más cuando casi le toca un castigo a él.

Había sido descubierto en una vergonzosa situación.

No lo culpen, a los quince años las hormonas azotaron su cuerpo con violencia, haciéndole buscar consuelo de alguna manera.

En su soledad de aquel día de descanso, había estado en su habitación descubriendo que meter sus dedos por la única abertura que tenía entre sus glúteos, era bastante placentero.

Habría muerto como aquel hombre hoy en la plaza. Con palo enterrado desde su cavidad anal hasta su boca, si tenía suerte.

Quizá moriría más rápido que con la pera.

No sabía si quiera que aquello era homosexual. No tenía ni idea de ello. Esa palabra estaba escrita en los mandamientos y reglas que no debían romperse.

Castigos a homosexuales. Y aunque preguntaba, jamás le respondían con sinceridad o de manera directa.

Por ello no pensó que fuera algo malo.

Look at me, just at me. KTH+JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora