Dimitri bajó por el ascensor del hotel Palace hasta el parking, viendo a lo lejos a Clay que había salido antes que él para no levantar sospechas. Dimitri era demasiado cuidadoso , sabía como funcionaban las cosas en su trabajo, si dejaba que le vieran con alguien, era una manera de señalar la forma de poder manipularle o bien sacarle algo de información sobre su jefe o el grupo. Sintiéndose tenso por ver al pelirrojo como colocaba las cosas en la moto aparcada cerca de su propio coche, las piernas largas de Clay enfundadas en unos vaqueros y unas botas moteras que le daban un aire demasiado rudo. Quedándose unos segundos mirando como esos ojos miel se posaban en él y esos labios le sonreían ligeramente.
"No hagas eso..." Clay riéndose levemente, disimuló hablando hacia otro lado por si había alguien observando. No recordaba todas las pautas que tenía que seguir si se veía con ese hombre, todo era un plan perfectamente trazado y no podía errar. Pero sentir esos ojos oscuros posados en él, hacían que su corazón latiera demasiado rápido.
"No sé que quieres decir." Dimitri haciendo lo mismo, abrió la puerta de su coche, revisando los asientos y de reojo viendo como Clay se colocaba el casco de la moto. "No podremos vernos en unos días."
"Lo pensé... en ese aspecto, sé que quien marcará la dinámica serás tu." Clay levantándose un poco el casco mientras se colocaba los guantes, vio a la perfección que Dimitri hacia una mueca de desagrado. Que llevaran unos días maravillosos en esas cuatro paredes tan solo hizo que cuando saliera de la habitación, Clay se diera cuenta de la realidad. Volvía a estar como hace años, esperando a que Dimitri le necesitara, hasta que se cansara y quisiera volver con su familia. "No te lo reprocho, soy adulto para ver que yo mismo he aceptado ser el consuelo momentáneo."
"¿De verdad tienes que soltarme esto cuando sabes que no podemos hablar con tranquilidad?" Dimitri subiéndose al coche, se quedó en silencio, esperando a que Clay se bajara de la moto a decirle como siempre las cosas de una forma brusca y sentida, pero nada, se acabó de colocar los guantes y encendió el motor de la moto. "Clay."
"Déjalo... de veras, Dima. Me tengo que ir, ya me llamarás." Clay bajándose la visera del casco, no quiso como siempre, escuchar lo que iba a decirle el mayor, simplemente arrancó su moto para poder irse y despejar su mente con la velocidad.
Quedándose Dimitri en el coche con ese silencio incómodo que había dejado flotando el pelirrojo, resoplando y encendiendo el motor del coche para dirigirse al punto de encuentro que le había marcado su jefe Yacob. Encendiéndose un cigarrillo y pensando en todo lo ocurrido durante esos días. Esas pequeñas y sexuales vacaciones al lado de Clay le habían servido para revivir sentimientos, sensaciones que tenía enterradas hacía más de dos años. Realmente sabía que era un error volver a enfrascarse con ese chico, anteriormente no le trajo más que dolores de cabeza y discusiones pero era completamente imposible no desearle.
Desde el momento que vio esa maldita foto en el móvil hackeado de Aiden, no pudo quitarse de su mente los cabellos color fuego, recordando todo lo vivido y como de la misma forma que pasaría en un futuro, acabarían separados para enojarse, destriparse y arrancarse cualquier vestigio de cordura que les quedara. En eso entendía a su jefe Yacob, no eran capaces de llevar ni una relación de una forma convencional.
Y luego estaba Misha, su mujer con la que se casó cuando tenía tan solo veinte años y con la que tenía dos niños. Se casaron demasiado jóvenes, demasiado inexpertos, buscando una estabilidad y lo que en esos tiempos se dictaba. Lo correcto, la unión familiar perfecta y todo lo que marcaba la dura cultura. Llevaba más de un año sin pisar su país por trabajo, sin verla a ella ni a sus hijos y aunque le apenaba, no era algo que concibiera como esencial.
¿Era mala persona? ¿O esa vida llevada a base de caos, violencia, asesinatos le había cambiado? ¿O conocer a Clay lo había hecho?
Salió de sus múltiples pensamientos cuando pudo ver una de las naves de almacenaje de la yakuza, entrando por el descampado de tierra y viendo a lo lejos a Yacob que iba acompañado por un coche con dos de sus hombres, al otro lado el viejo Yamada con también su guardia personal y manteniéndose ambos grupos a una cierta distancia prudencial. Dimitri sonrió al imaginarse estar disparando a todos esos malditos yakuzas que no eran más que unos soberbios por ostentar con la tradición y la fama que les precedía por los años actuando de ese modo. Aparcando y saliendo del coche para acercarse a Yacob que le hizo un leve gesto con la cabeza.
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Eternal.
RomanceAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...