8. Brip Vik

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Los ojos del corazón

Capítulo 8.

—Jacob Becher—

—Horas antes del viaje—

—¿Piensas irte ahora? Quedamos en ir a probar los platillos para la boda —volteo a ver a Rina que lleva horas hablando y siento que me va a reventar la cabeza por tantos sermones—. Amor, puedes llamar y decirle a la directora que no puedes ir a ese viaje, que mande a alguien más.

Ok, no debí mentir, pero si le decía que iba con Jazmín terminaríamos discutiendo como las últimas semanas y eso es estresante.

—No puedo quedar mal, amor, prometo estar aquí para la entrega de regalos —la rodeo con mis brazos y ella sonríe con ternura—. En serio estaré aquí ese día.

—Está bien, solo no me falles —planta un beso en mis labios—. Cuídate, no quiero quedar viuda antes de la boda.

—Prometo que me cuidaré.

—¿Ya le dijiste a la niñita esa que después que nos casemos no serás más su profesor, que solo le quedan dos meses juntos?

—Hablamos de eso después, te quiero.

Salgo con mi maleta antes que vuelva hablar. No he podido decirle a Jazmín que solo tenemos dos meses juntos, o bueno, temo decirle, no está en su mejor momento y es que le prometí a mi novia que dejaría de dar clases por un tiempo solo para calmar una de sus rabietas, pero ella lo tomó muy en serio y ahora estoy en un lío del cual no sé cómo salir sin lastimar a ninguna de las dos.

—De camino a Brip Vik—

Miro por el espejo cómo se mueve el cabello de Jazmín con la brisa, desde que la recogí ha estado en silencio y de vez en cuando hace preguntas. Se ve muy calmada y parece que disfruta de la brisa que roza su piel desnuda. Jaz no suele vestir de manera atractiva y mucho menos maquillarse de manera extravagante. Ella es perfecta con sus imperfecciones. Hoy solo va vestida con short de mezclilla, un suéter lila, sandalias y su cabello atado a una coleta que deja mechones en su frente.

«Admito que es muy linda».

Prendo el estéreo y sale una canción de Reik que Jazmín empieza a tararear, se escucha realmente bien de su boca porque trata de combinarlo con sus manos al tocarlas.

—¿Ya me dirás a dónde vamos? Tengo derecho a saber a dónde me llevas para acabar con mi vida.

—Puede que te dé una bebida con formol y así no debo ponerte una mano encima, al menos que sea para otra cosa.

—Jacob, eso sonó con doble sentido —suelta una risita un tanto nerviosa—. Sentí que me querías…

—Follar —completo la frase y sus mejillas toman un color carmesí—. No podría hacer eso contigo, somos amigos y va en contra de mis principios.

—Créeme, lo último que haría sería estar contigo, estás por casarte —intento hablar y ella continúa—. Pero también está que hoy seremos todo y a la vez nada.

«Eso fue lo que le dije hace unos días y nos besamos».

Sigo conduciendo sin responder nada. Minutos más tarde llegamos a Brip Vik, está muy lejos de la ciudad y es una casa campestre de mi familia, venimos de vez en cuando y tener la playa solo para nosotros hace que todo sea mejor. Antes que pueda ayudar a Jazmín a bajar ella lo hace por sí sola, antes que dé pasos la tomo del brazo y empezamos a caminar. Los dos en silencio y parece que ella sabe que estamos en el mar porque al llegar a la orilla cierra sus ojos e inhala aire puro, el aire es fresco y se escuchan las olas del mar golpear una con la otra causando un ruido exquisito.

Los ojos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora