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Anwesend
(Presente)

2 años después
Bremen(Alemania).

La música y las luces de colores envolvía el local abarrotado de personas que se divertían bailando y bebiendo, a diferencia de mi, que me abrumaba todos los sonidos y olores que había en el ambiente, todavía no me acostumbraba. Mientras todas esas personas se divertían, yo estaba trabajando, mi objetivo estaba en la pista de baile con una rubia despampanante.

– Te invito a una copa.– me dijeron a mi derecha en un perfecto alemán. Miré a la persona que me estaba hablando un hombre bastante mayor para ese tipo de lugares.

– Estoy bien gracias.

– Vamos bonita, deberías divertirte.

– No es por faltarle el respeto, pero es usted un viejo y va de verde, no me haga explicar el chiste.– le respondí, alejándome, siguiendo al objetivo salir de la fiesta por la salida del callejón con la chica con la que bailaba.– siento cortar el rollo, pero bonita deberías largarte antes de que esto se ponga feo.– dije sacando el juego de cuchillos de mi chaqueta.

– ¿Quien eres?

– La pregunta no debería ser quien soy, sino que soy y que quiero.– sonreí irónica.– las preguntas las hago yo, sino te importa. Mi jefe me ha enviado para hacerte llegar su precio.–dije lanzándole una bola de papel que minutos antes había sido una hoja doblada dentro de mi chaqueta.– el hombre temeroso me miró confundido.– hace seis años hiciste un trato con alguien muy importante, el te hacía un favor y tu a cambio en un futuro le harías otro. Eso es lo que quiere, y ya sabes no le gusta esperar, y yo tampoco tengo mucha paciencia, así que te agradecería que no intentaras escapar y cumplas con el trato.

– ¿Vas a torturarme? Tengo que avisarte que ya han intentado torturarme, para sacarme información y no lo han logrado.

– Yo no pienso torturarte, que pereza, además los gritos me dan dolor de cabeza. Solo dame lo pactado y me iré por donde he venido sin necesidad de derramar sangre. Sabes he tenido un día difícil y quiero irme a mi casa.– digo tocándome la sien.

– Tengo que ir a por esto, no lo tengo aquí.

– Ya, y te crees que nací ayer y me chupo el dedo. Llama a quien tengas que llamar, pero de aquí no sales.– iba sacar su teléfono cuando lo paré en seco, colocando una de las hojas afiladas de mis cuchillo cerca de su cuello.– cuidado con lo que haces, no quieras tener problemas conmigo.– asintió lentamente y marcó el número.

– No has nacido de las entrañas del infierno como mis demonios, pero tengo que decir que das tanto miedo como ellos.– susurro en mi oído.

– ¿Qué le pediste?– dije curiosa para amenizar el tiempo de espera, mientras le quitaba de las manos el teléfono móvil.

– Básicamente, éxito laboral. Había fracasado 10 veces en los intentos por crear mi propio imperio y me encontraba en la ruina, desahogándome con un desconocido en un bar que me concedió un favor, solo un tonto se negaria a rechazar la oferta.

Una moto se escuchó rompiendo el silencio de las calles de Bremen y entró en el callejón dejó una mochila en el suelo y se largó. Revisé el contenido de la mochila y cuando vi que era lo acordado la cerré y la colgué en mi espalda.

– ¿Y tú?¿Qué le pediste?– preguntó distrayéndome.  El chico de la moto volvió a parecer por la calle pero esta vez armado con una pistola ametralladora semiautomática con silenciador, cuando me di cuenta el tío se había escondido detrás de unos cubos metálicos de basura y el motorista estaba vaciando el cargador contra mi pecho, cuando se quedó sin balas salió disparado nuevamente dejando la calle nuevamente en un silencio sepulcral, a excepción de una risa maníaca que salía de mi cuerpo. Me giré dándole la cara al tío que acaba de salir de detrás de la basura, mirándome perplejo.

– Yo pago la deuda de otro.– respondí a la pregunta que había soltado antes del tiroteo.– y por eso, soy difícil de matar.

– No eres humana.– dijo mirando mis ojos seguramente brillantes.

– Y tú has estropeado mi camisa favorita, esta me la regaló el jefe.– dije acercándome.– pronto se acerca el cumpleaños de una de sus mejores amigas, le llevaré un juguete nuevo para torturar.– lance el cuchillo dando diana en la carótida y me acerque susurrando el nombre del demonio en su oído.– di su nombre cuando llegues, se pondrá contenta.– sonreí sacando el cuchillo de su cuello, regalándole una sangrienta y rápida muerte.

– Debes empezar a controlar los instintos asesinos.– volvió a susurrar en mi oído.

– No tienes mejores cosas que hacer, que torturarme.– respondí mentalmente.– eres el príncipe de las tinieblas delega en otras personas, y menos en mi.

– Mandaré a por la bolsa a alguien la semana que viene. Y hazme el favor de no intentar otra manera de morir hasta ese día.

– Puedes estar tranquilo después de dos años me he quedado sin ideas.– dije metiéndome en mi coche para volver a mi piso en Berlín.– sabes eres peor que un padre.

– Y tu eres peor que una adolescente normal.

2 años, 24 meses, 730 días, 17.520 horas, 1.051.200 minutos, 63.072.000 segundos y más de 150 formas de intentar morir, allí seguía con una extraña habilidad inmortal que no quería y un imán de problemas en mi trasero además de tener como niñera las 24 horas del día a Lucifer que parecía estar sentado en mi hombro viendo todo lo que hacía y hablándome en el oído cuando él creía oportuno. El primer año en Alemania, empecé los cimientos de la base de la organización y el diablo se mostraba ante mí y me daba clase de historia y me explicaba mis nuevas habilidades. Al principio de este año empezó a darme pequeñas misiones todos los meses. En pocas palabras era su mensajera, de ahí su increíble nombre sobrenatural, muy currado.

No había vuelto a hablar, ni con Ian, ni con Will, y menos con Drew. Solo estaba en contacto con mi madre y con mi tío quien daba órdenes en la nueva central de Alemania, nos habíamos convertido en una de las mejores del mundo después de USA.  

Der BoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora