OoOoO

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Katsuki abrió la puerta de un portazo, no estaba de humor, pero aquel día no era por enojo. Era una profunda impotencia lo que le estrujaba el corazón.

Se tumbó sobre el sofá, boca abajo, se sentía devastado.

"Katsuki, vete a casa, puedo ver que eso te está afectando"

Se repetían las palabras de su jefe en su mente, con un aire de pesar muy profundo en ellas.

Rondó por su piso durante un par de horas, sinceramente no tenía ganas de nada, miró por la ventana y vio que llovía. Meditó la idea durante unos instantes, pero no quería mantenerse encerrado, así que cogió sus llaves, un paraguas y salió de casa dispuesto a despejarse.

Caminó por las concurridas calles de Tokyo, viendo a su alrededor parejas felices, madres que traían a sus hijos de las escuelas.

- ¿Que vamos a comer hoy para cenar mamá? - preguntó una niña a la mujer a su lado.

Bakugo escuchó la conversación, la pareja iban en frente de él.

- ¿Qué es lo que quieres cenar? - respondió la mujer.

Ya no escuchó más, no soportaba ver la sonrisa de aquel infante, tan radiante a pesar de la lluvia.

Igual que aquel día.

Siguió sus pasos hasta llegar a un parque algo apartado, se fijó que nadie estuviera cerca y se sentó en un banco que había allí cerca. No le importó que estuviera mojado, no le importó mojarse cuando recogió el paraguas y se dejó mojar de arriba abajo por la lluvia. No le importó nada. Usualmente odiaba mojarse, pero ahora nada llenaba aquel vacío.

Así que, sabiendo que nadie podría verlo, dejó caer sus lágrimas una detrás de la otra. Empapando más aún su rostro ya humedecido por la lluvia.

"Todo estará bien"

"No tengas miedo"

"Yo estoy aquí"

Una y otra vez se repetían aquellas mentiras en su mente, mentiras que en su momento él dijo como verdades absolutas, mentiras que le dijo a aquella niña que no dejó de sonreír en ningún momento en cuanto la tuvo en sus brazos.

Un rayo iluminó todo a su alrededor, pero solo siguió llorando en silencio hasta que la lluvia dejó de mojarlo. Confuso viró en dirección al dueño de aquel paraguas azul que ahora lo cubría, o mejor dicho Dueña.

-La lluvia es una buena aliada a la hora de esconder las lágrimas ¿Cierto? - preguntó aquella muchachita de cabello y ojos café.

-Ochako- la conocía, estudiaron juntos en U.A, pero hacía años que no se veían.

- ¿Puedo sentarme? - preguntó ella rodeando el banco, siempre cubriendo la cabeza del rubio con el paraguas.

-Haz lo que te dé la gana- respondió algo arisco limpiándose las lágrimas con la mano.

-Nunca me hubiera imaginado que, a quien encontraría llorando bajo la lluvia, sería al mismísimo DynaMight- explicó ella con una sonrisa algo melancólica, el solo apartó el rostro hacia la dirección contraria -he oído lo de hace una semana- él dio un respingo -lo del accidente en el puente- Katsuki se mordió el labio dejando salir nuevamente aquellas lágrimas.

-Ella era tan pequeña...- su voz sonaba resquebrajada -solo debía sujetarla... no debía hacer nada más...- apretó la manga de su pantalón con fuerza. Ochako solo escuchaba mientras la lluvia la empapaba a ella - ¡Joder! -estalló, sentimentalmente - ¡Como puedo ser llamado un héroe sino no soy capaz de salvar a una estúpida niña! - gritó tirándose de los cabellos desesperado. Ochako miró hacia el cielo, dudosa.

-Dime una cosa- habló con suavidad, él le prestó atención - ¿Por qué crees que lloran las nubes? - preguntó la castaña. El de ojos rubí siguió la mirada de la muchacha encontrándose con aquellos algodones del cielo. Justo por debajo del color azul del paraguas.

-Boba- susurró -las nubes no lloran, no tienen sentimientos- se quejó él volviendo la vista al suelo.

- ¿Cómo lo sabes? - preguntó ella manteniendo el temple pasivo.

-Pues es sentido común ¿No? - argumentó medio gruñendo.

Ochako se levantó y dejó aquel paraguas apoyado en el hombro del chico, este lo sujetó mientras veía como ella se mojaba mientras sostenía una sonrisa apacible en su rostro.

-Yo creo que los que lloran son las persona que ya no están, tristes al ver que como nos lamentamos en su ausencia- ella le dedicó aquella sonrisa cuando lo miró -y estoy segura de que la que llora ahora es esa niña, viendo como su héroe favorito está triste- Katsuki se quedó en blanco unos segundos, luego suspiró -vamos, ven conmigo, te invitaré a un chocolate caliente- explicó ella ofreciendo su mano.

Katsuki miró aquella mano y, sin saber por qué, la tomó con suavidad y se levantó con el paraguas de ella aun entre sus manos. Entonces ambos caminaron, seguidos continuamente por la intensa lluvia y ella hablaba, pero nuevamente sin saber por qué, siendo que a él no le gustaba el chocolate, sintió que su corazón se volvía un poco más cálido de nuevo.

Katsuki al volver a casa se recostó en su cama con una ligera sonrisa en los labios.

Aquella noche él durmió con dos sonrisas en su mente, la de Ochako al ver como él se manchaba de chocolate. Y la de esa niña al verse entre sus brazos.

¿Porqué lloran las nubes? ReeditadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora