El médico

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Indra siguió a su equipo hasta que se encontraban en los terrenos a las afueras de la ciudad del País del Silencio, se detuvieron tras ver una escena del crimen, sin embargo no había nada que pudieran hacer ya que parecían llevar un par de días ahí. Konohamaru les indicó a todos que se quitaran las bandanas de la aldea que los identificaban como ninjas, ya que como ya habían mencionado, estos no eran bien recibidos en ese país. Indra retiró su bandana que siempre llevaba en el cuello y la guardó en su bolsa de armas.

-¿Cómo terminó este lugar así? -preguntó la Uchiha

-Antes lo gobernaba el dictador Gengo, pero fue derrocado hace una década -explicó Mugino- Hubo paz por un tiempo, pero pronto empezaron las peleas por el poder y ahora es un refugio para los maleantes de todo el mundo

-¿Y las células de Hashirama están en el mercado negro?

-Sí. Nuestra misión es recuperarlas

-Yo sigo en contra de que vengan con nosotros -soltó Mugino- Las células de Hashirama son peligrosas y pueden llegar a matar. Es demasiado para un genin

-No puedo permitir que haya más víctimas. Las recuperaré -soltó Boruto decidido

-Di lo que quieras, pero no actúes en solitario

-Entiendo que solo somos unos genin para usted, pero no debería subestimarnos -lo señaló Indra, ya harta de sus conentarios odiosos- No nos conoce, ni nuestras habilidades... Así que deje de actuar como el Senpai insoportable sabelotodo y déjenos hacer nuestro trabajo

-Será mejor que nos apresuremos -intervinó Konohamaru rápidamente- Vamos, Indra, Boruto...

Los niños siguieron a Konohamaru con la frente en alto, especialmente Indra quien moría por sonreír victoriosa tras cerrarle la boca a ese hombre. Atravesaron la puerta del País del Silencio llegando rápidamente a la ciudad, para Indra era bastante normal, pero rápidamente reparó en que había varios rostros que conocía, rostros que había visto en el libro Bingo, pero al tener un objetivo específico y estar en la ciudad del crimen, no podían hacer nada.

-¡Espera! ¡Te mataré!

Indra giró el rostro a tiempo para ver como un niño menor que ella, pasaba entre su grupo con un jarrón dorado e tre sus brazos, huyendo de un hombre que juraba que iba a asesinarlo por robarle; horrorizada por la idea de que había personas que debían vivir de esa forma para vivir mientras ella, a esa edad, sufría por no querer hacer la tarea.

-Existen muchos otros lugares así en el mundo, durante mis misiones visité varios de ellos...

-Oigan... ¿Quieren una? -Indra se si prendió al ver a un vendedor ofrecerle bandanas shinobi

-¿De dónde ha sacado eso?

-Me las han vendido Shinobi wue huyen, así las consigo -sonrió con orgullo enseñándole varias- Tengo de las cinco grandes aldeas. Vamos, se las dejaré baratas

-¿Cómo pueden vender sus bandanas? Son el orgullo de un Shinobi -Boruto miró a Konohamaru con indignación

-El orgullo no les dará de comer, aquí el objetivo es sobrevivir -respondió Mugino- El dinero y el poder pueden conseguir lo que sea.

Siguieron caminando por la aldea hasta llegar a un callejón lleno de vagabundos, este supuestamente los conduciría a la zona mas peligrosa, entrando a una tienda donde un exótico hombre vestido de rojo los recibió con una enorme sonrisa.

-Oímos que conoces todos los tratos del mercado -murmuró Konohamaru sin obtener respuesta

-Buscamos a alguien que vendió algo

PAUSADA - Boruto Next GenerationsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora