Hechos fortuitos como una tormenta no anunciada pueden ser el último empujón que necesitamos para dar paso a algo que siempre estuvo allí.
Eventos situados en algún punto impreciso del segundo año de preparatoria antes de las nacionales.
Pequeños y...
¿Cuánto tiempo ha pasado? Kageyama no llevaba la cuenta. Un año y unos cuantos meses, no lo sabía con precisión, pero muchas cosas habían cambiando. No es que le importara especialmente el tiempo, pero a veces no podía evitar pensar en ello.
El último partido de secundaria, ese estúpido recuerdo siempre volvía. Lanzar un pase y que no haya nadie ahí para recibirlo aun lo inquietaba a veces.
Pero ahora había alguien que siempre estaba ahí para recibir sus lanzamientos sin importar qué y eso se sentía... cálido.
Un nuevo equipo, nuevos compañeros, nuevos partidos, nuevas emociones, si definitivamente muchas cosas habían cambiado, pero no es que le importara especialmente.
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—Kageyama, dame unos pases —la rutina de siempre, diario salía de la sala del club esperando esa proposición y nunca fallaba.
Él y Hinata se dirigieron rápidamente al gimnasio para volver a ajustar la red y preparar todo.
—Es que acaso esos dos no conocen el significado de la palabra cansancio, me agoto solo de mirarlos —dijo Yamaguchi mientras soltaba un suspiro.
—Con lo limitado que es su vocabulario no se de que te sorprendes— Tsukishima y su tono apático de siempre.
—Oigan ustedes dos, no se queden demasiado tiempo, recuerden que el descanso también es parte del entrenamiento.
—Se- será solo por un rato, Ennoshita-san.
—Nos iremos pronto, lo prometemos.
—Ok, no olviden ordenar todo cuando salgan y de verdad no tarden, parece que pronto comenzará hacer mal tiempo.
—¡OSU! —gritaron al unísono.
Dos horas y quién sabe cuántos pases más tarde, había comenzado a llover de forma torrencial con vientos huracanados. Kageyama y Hinata abstraídos en su entrenamiento no lo notaron hasta que las puertas del gimnasio se sacudieron de golpe.
—¡Kyaaaaaa ¿qué fue eso?! —chillo Hinata mientras caía de cara contra la red, con el balón sobre su cabeza y su dignidad por el suelo.
—¡Hinata, idiota! Qué más va ser que el viento, cabeza hueca ¿o acaso le tienes miedo a las tormentas?
—¡Y-ya sé que es el viento! Solo me sorprendí porque estaba concentrado ¡No tienes porque enojarte por eso, Amargayama!
—¡Idiota! Creo que Ennoshita-san tenía razón, la verdad está lloviendo mu-.... —no pudo terminar ya que fue interrumpido por el estridente sonido de un trueno.
—¡AAAAHH, vamos a morir, no puedo morir sin lograr derrotarte, maldito!
—Cálmate idiota y deja de chillar como rata, no vamos a morir, pero deberíamos irnos pronto antes de que se ponga peor.
