.Asesinatos sin resolver en España.

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El caso Macastre

En 2019 se cumplieron tres décadas de este triple crimen sin resolver. Las víctimas fueron Rosario, Valeriano y Pilar, de 15, 14 y 15 años, respectivamente. El 15 de enero de 1989, los tres jóvenes fueron a un bar en Catadau (Valencia), curiosamente el mismo donde los sospechosos del crimen de las niñas de Alcàsser compraron bocadillos la noche que se cometieron los asesinatos. El bar fue el último lugar donde los vieron con vida, acompañados de un hombre que los invitaba a bebidas. Pero cuando encontraron los cadáveres el hombre no fue procesado: no había pruebas que lo vinculasen a las muertes, solo había la certeza de que habló con ellos en el bar.


Al día siguiente de la desaparición, un pastor llegó a una caseta que tenía en el campo, donde se encontró la cerradura forzada. En la cama estaba el cadáver de Rosario con la cremallera del pantalón bajada. El resto de la casa estaba en perfecto estado, sin rastros de pelea. En la zona genital había restos de una sustancia blanca desconocida (que no era semen) y sangre.


85 días después, se encontró a medio kilómetro de la caseta el cadáver de Valeriano. Le faltaba una de las manos, las falanges de la otra y vértebras de la columna vertebral. A su alrededor había rastros de cabello pelirrojo, aunque ninguno de los niños tenía el pelo de ese color, y una vela. Según los criminólogos que llevaron el caso, es probable que fuera estrangulado mientras veía a Rosario siendo forzada sexualmente por uno o varios hombres.


Una semana después de encontrar a Rosario, los investigadores hallaron un pie junto a un local de la calle Alcàsser de Valencia. Cuatro meses más tarde descubrieron que era de Pilar. En mayo, habían dado con su cadáver, que tenía la cara desfigurada y le faltaba un pie y una mano. Días antes de encontrarlo, alguien llamó anónimamente a la policía, alertando del lugar donde se encontraba el cadáver e implicando a un traficante de drogas muy conocido. Fue el segundo sospechoso, pero no se le pudo procesar. Según los criminólogos Félix Ríos y Amós Vanacloig, habían querido culpar del asesinato a alguien con antecedentes para que dejasen de investigar. "Lo que está claro es que la persona que llamó sabía perfectamente dónde estaba el cuerpo de Pilar", aseguran. Todavía sigue sin resolverse el caso.


2. La familia Barrio

Este crimen que sucedió en Burgos tiene muchísimas incógnitas, todas sin resolver. Era 2004, y la familia Barrio estaba en su casa. A las 5 de la mañana, alguien entró en la casa sin forzar la puerta. Era el asesino que acabaría con la vida de Salvador, el padre, Julia, la madre, y Álvaro, el hijo, de 12 años. Solo sobrevivió Rodrigo, de 16 años, que ese mismo día había sido mandado a estudiar a un internado.


El asesino entró y apuñaló a Salvador 50 veces. Tras matar al padre, entró al dormitorio familiar. Apuñaló 17 veces a la madre. Finalmente, solo quedaba el niño, que cerró la puerta con candado al oírlo todo. El atacante derribó la puerta de una patada, lo cogió de debajo de la cama, y lo arrastró hasta el pasillo, donde le propinó 17 navajazos y luego le cortó el cuello. El hijo que sobrevivió fue, durante un tiempo, sospechoso. Sin embargo, para los criminólogos era imposible que un adolescente hubiera diseñado un plan perfecto como este.


El caso Macastre

En 2019 se cumplieron tres décadas de este triple crimen sin resolver. Las víctimas fueron Rosario, Valeriano y Pilar, de 15, 14 y 15 años, respectivamente. El 15 de enero de 1989, los tres jóvenes fueron a un bar en Catadau (Valencia), curiosamente el mismo donde los sospechosos del crimen de las niñas de Alcàsser compraron bocadillos la noche que se cometieron los asesinatos. El bar fue el último lugar donde los vieron con vida, acompañados de un hombre que los invitaba a bebidas. Pero cuando encontraron los cadáveres el hombre no fue procesado: no había pruebas que lo vinculasen a las muertes, solo había la certeza de que habló con ellos en el bar.


Al día siguiente de la desaparición, un pastor llegó a una caseta que tenía en el campo, donde se encontró la cerradura forzada. En la cama estaba el cadáver de Rosario con la cremallera del pantalón bajada. El resto de la casa estaba en perfecto estado, sin rastros de pelea. En la zona genital había restos de una sustancia blanca desconocida (que no era semen) y sangre.


85 días después, se encontró a medio kilómetro de la caseta el cadáver de Valeriano. Le faltaba una de las manos, las falanges de la otra y vértebras de la columna vertebral. A su alrededor había rastros de cabello pelirrojo, aunque ninguno de los niños tenía el pelo de ese color, y una vela. Según los criminólogos que llevaron el caso, es probable que fuera estrangulado mientras veía a Rosario siendo forzada sexualmente por uno o varios hombres.


Una semana después de encontrar a Rosario, los investigadores hallaron un pie junto a un local de la calle Alcàsser de Valencia. Cuatro meses más tarde descubrieron que era de Pilar. En mayo, habían dado con su cadáver, que tenía la cara desfigurada y le faltaba un pie y una mano. Días antes de encontrarlo, alguien llamó anónimamente a la policía, alertando del lugar donde se encontraba el cadáver e implicando a un traficante de drogas muy conocido. Fue el segundo sospechoso, pero no se le pudo procesar. Según los criminólogos Félix Ríos y Amós Vanacloig, habían querido culpar del asesinato a alguien con antecedentes para que dejasen de investigar. "Lo que está claro es que la persona que llamó sabía perfectamente dónde estaba el cuerpo de Pilar", aseguran. Todavía sigue sin resolverse el caso.


2. La familia Barrio

Este crimen que sucedió en Burgos tiene muchísimas incógnitas, todas sin resolver. Era 2004, y la familia Barrio estaba en su casa. A las 5 de la mañana, alguien entró en la casa sin forzar la puerta. Era el asesino que acabaría con la vida de Salvador, el padre, Julia, la madre, y Álvaro, el hijo, de 12 años. Solo sobrevivió Rodrigo, de 16 años, que ese mismo día había sido mandado a estudiar a un internado.


El asesino entró y apuñaló a Salvador 50 veces. Tras matar al padre, entró al dormitorio familiar. Apuñaló 17 veces a la madre. Finalmente, solo quedaba el niño, que cerró la puerta con candado al oírlo todo. El atacante derribó la puerta de una patada, lo cogió de debajo de la cama, y lo arrastró hasta el pasillo, donde le propinó 17 navajazos y luego le cortó el cuello. El hijo que sobrevivió fue, durante un tiempo, sospechoso. Sin embargo, para los criminólogos era imposible que un adolescente hubiera diseñado un plan perfecto como este.


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-Coniaslan

¿NOS PERSIGUEN?INVESTIGACIÓN PARANORMAL 2020/20?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora