CAPÍTULO V

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𝓧𝓪𝓷𝓽𝓱.

La vela ya estaba consumida pero eso no me impidió seguir dibujándola, me había aprendido todas sus facciones a la perfección,la forma de sus ojos,la textura de cada hebra de su cabello,la pequeña e imperceptible cicatriz que se asomaba por su oreja derecha y por su puesto de de su postura; relajada pero digna,con su rostro dulce y afable. Para mi el significado de la belleza era ella.

Por desgracia mía,solo podía ver ese bello rostro en mis sueños, no hablaba pero con solo admirarla ya me bastaba.Si no dibujaba me obligaba a dormir con tal de estar cerca de ella.Mi familia no lo comprendía pero la energía que me trasmitía aquella mujer era adictiva.

Si me alejaran de ella, sería como si me arrancaran el corazón.

Pero mi hermano no lo entiende, se el apodo con el que me nombran pero eso de nada importa si estoy con ella.

Abrieron la puerta.

No me inmute.

-Vaya que sorpresa verte por aquí-ese tono irónico lo reconocería en cualquier lugar era Heikko-.

- Acaso vienes a burlarte de mí...otra vez-gire un poco mis ojos, para encontrarme con una sonrisa atascada en risa.

-Llegaron unas princesas ayer y por la apariencia de una de ellas diría que se parece mucho a la mujer con la que estás obsesionado-.

-No eres muy famoso por decir verdades hermano pero si para hacer bromas dañinas y acostaros con media corte-.

Se encogió de hombros como restándole importancia.

-Bueno tienes dos opciones quedarte aquí y seguir dibujando a la mujer que está en la otra sala o echar un pequeño vistazo.Ve a la cena por unos minutos y si no es verdad lo que digo juro que no volveré a importunarte-

Me levante y gire todo mi cuerpo al principio me maree pero que Heikko jurara algo era imposible.

-¿Como se llama?-

Se acercó y con un susurro.

-Khyona.-

El corazon me dio un vuelco nunca había oido aquel nombre pero era como si lo conociera de toda la vida.

Note como mi respiración se volvía irregular, y sin yo saberlo mis piernas empezaron a andar para salir de aquel aposento. Llevaba años sin salir siquiera al umbral, por muchas súplicas y quejas yo me quedaba en aquella habitación.

Pero la pronunciación de aquel nombre rompió todos mis esquemas:"¿Y si era ella?", "¿Habría soñado conmigo también?","¿Y si los mismos dioses me la habían traído, a mis brazos para que por fin recuperara la cordura".

Cuando me quise dar cuenta estaba en el comedor, todos de aquella mesa me miraban sobre todo mi madre y mi hermano cuyos ojos iban a salirse de las órbitas. Mi mirada rodeó a cada uno de los comensales.

Estaba ahí.

Estaba ahí.

-Eres tú-susurre,

Ella me miró extrañada,pero no importaba, por que estaba ahi

Mi amor y mi cordura.

La cordura del príncipe locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora