Capítulo Único

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O de como el amor duele

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Estaba claro que se había equivocado si en alguna ocasión había dicho que el amor era maravilloso, incluso se arrepentía de haberlo siquiera pensado. El amor no tenía ni una pizca de maravilloso, o al menos el amor que el sentía.

Aproximadamente dos meses atrás, el pequeño castaño había descubierto que sus ojos se desviaban a ver a la figura alta durante los entrenamientos y que incluso había comenzado a buscarlo durante los descansos entre clases con la excusa de platicar con él acerca de cómo mejorar su recepción.

En conclusión, a Morisuke le encantaba Lev Haiba.

Pero sabía bien que ese no era el momento adecuado para que actuara como un niño de doce años que se ha "enamorado" por primera vez, quizá después de los últimos partidos como equipo se atrevería a confesarle su amor, cuando estuviera asegurado en una universidad fuera de Tokio o por lo menos lo suficientemente lejos como para no toparse nunca más a ninguno de sus compañeros porque no sabría cómo tratar a los demás luego de que por supuesto fuera rechazado por el peliplata.

Aunque no perdía del todo la esperanza, tan solo unos días había visto un gran sonrojo en sus blancas mejillas cuando sus miradas coincidieron, además había huido del lugar con la excusa de "Yaku san, t-tengo que irme al salón" cuando de hecho el receso apenas había iniciado. O cuando aquella vez, el semi-ruso fue a buscarlo a su clase solo porque tenía ganas de verlo y de aprender a recepcionar de manera adecuada para ya no tener que ser pateado en los entrenamientos.

Pero cuando estamos enamorados, creemos ver señales donde no las hay.

Reaccionó cuando por fin pudo ver la luz blanca invadirlo de golpe, de igual manera el olor tan característico de los hospitales inundo sus fosas nasales. Al final había estado pensando entre sueños o quizá soñando, estaba demasiado aturdido como para sacar conclusiones en ese momento, su cabeza dolía por lo que subió sus manos para acariciarse un poco, pero vaya sorpresa cuando notó que también había unas vendas.

— ¿Qué me pasó? — preguntó con preocupación.

— Eso debería preguntar yo, pero esperaré a que estés mejor — respondió el pelinegro que le cuidaba desde una silla cerca a la camilla — Recibiste un remate de Taketora con la cara, al parecer te desmayaste y volviste a golpearte contra el piso

— Oh, ¿en serio sobreviví a eso? — cerró los ojos y suspiró cansado — Lo siento, en serio lo siento, no sé que me pasa y sé que debo estar en las mejores condiciones para ir a las nacionales, pero no sé

— ¿Qué es lo que te preocupa Yakkun? — giró su cabeza para poder ver bien los gestos de su compañero.

El castaño dudo por un momento si confiar su secreto a Kuroo, sabía que era un buen amigo, uno de los mejores que pudo haber conocido en sus tres años de preparatoria, pero aún no se conocían del todo por lo que le costaba pensar que lo juzgara por sus preferencias y tiempo después dejaran de tener ese tipo de comunicación.

— No sé si deba contártelo — con cuidado se incorporó hasta quedar sentado y mirar a su amigo — Espero que no te moleste o te cause asco como a otras personas, en caso de ser así, tienes todo el derecho de apartarte no quisiera arruinar tu reputación.

— No entiendo Yakkun — rascó su cabeza — ¿Qué te trae tan mal como para pensar que te voy a juzgar?

— Me gusta Lev — soltó — Sí, me gusta un chico

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