Dieciséis

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Saint había ido a por su hija al cruce donde nuevamente el bus del colegio volvía a dejarla.

...-Papi, ¿cuando va ha regresar Rayo?, quiero verlo, ¿crees que habrá crecido mucho?.

-Cariño, ¿otra vez con eso?, han pasado cuatro meses, lo vimos en las fotografías.

-Pero Coco creció mucho, oye papi...¿y crees que me seguirá queriendo?, ¿no se habrá olvidado de mi verdad? -dijo la niña en la parte de atrás del coche mirando sus zapatos preocupada.

-No todos los animales crecen igual cielo, ya no te preocupes más por eso, Rayo sigue tan precioso y te quiere tanto como antes.

-¿Tu crees papi?, porque yo si lo quiero mucho, igual que a Coco y a Louis y a ti y a Zee.

El omega rió.

-Gracias hija está bien saber que tu padre y a tu hermano los quieres tanto como a tus mascotas.

Este miró por el retrovisor que su hija fruncía el ceño molesta.

-¿Mascotas?, ellos no son eso papi, Rayo, Coco y también Zee son de nuestra familia y por eso los quiero mucho.

El sonrió internamente pues él solo se había referido al caballo y al perro pero no al alfa.

-Ah vaya, está bien perdoname... entonces es normal que nos quieras a todos igual-dijo finalmente.

Poco después llegaron a la granja y la niña salió corriendo del coche para abrazar a su peludo amigo, el cual estaba encerrado en el corral donde Saint lo había dejado mientras iba a por ella.

El omega sacó al bebé del coche y entraron en la casa, estaba ya más tranquilo que en la mañana, la charla con el alfa le había sentado muy bien, solo le faltaba decírselo a Jimmy y a los curiosos del pueblo.

En la tarde hubo una grata sorpresa para la pequeña pues por fin su amigo añorado regresó a casa.

-¡Papi... papi!, ¡mira es Rayo!, ¡ya lo traen!-gritaba feliz desde la ventana del salón, donde este estaba terminando de darle un biberón a Louis.

-Si cariño, ya lo veo-dijo con algo de fastidio, los de la escuela de hípica no podían ser más inoportunos.

Finalmente salió con su bebé en brazos y habló desde la puerta.

-Cariño, por favor acompaña a estos chicos para que metan a Rayo en el cercado, mientras yo termino de darle la comida a tu hermano.

-Si papi-dijo la niña corriendo hacia los dos omegas que descargaban al potro.

Cuando el bebé terminó, el omega esperó a que echase los gases y lo tumbó en su cuna para que durmiese y entonces volvió a salir a la puerta cuando vio que los omegas ya regresaban charlando con Anne, la cual los cosía a preguntas, de si eran novios o si se amaba en secreto, mientras la chica y el chico la miraban asombrados y muy sonrojados.

Este les firmó el parte de entrega y luego fue al cercado para ver al potro por insistencia de la pequeña.

-¡Mira papi como salta, Rayo está muy contento de volver a casa!-gritaba entusiasmada la pequeña, mientras lo señalaba subida a las maderas del cercado sujetada por su padre

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-¡Mira papi como salta, Rayo está muy contento de volver a casa!-gritaba entusiasmada la pequeña, mientras lo señalaba subida a las maderas del cercado sujetada por su padre.

-Si cariño, él está muy feliz de volver.

El resto de la tarde, Anne y Coco no se separaron del cercado donde la pequeña hablaba y acariciaba al potro, mientras su padre los observaba sentado a la sombra junto a su bebe que dormía plácidamente en su cochecito.

El omega pensaba en todo lo que le quedaba por hacer, debía comprar nuevos animales, nuevas semillas y abono para la tierra, tenía que arar y sembrar de nuevo pero con el bebe tan pequeñito todo eso tendría que esperar.

Al día siguiente, este volvió a llevar a la pequeña al autobús del colegio, después él y su pequeño se fueron de compras por el pueblo mientras docenas de pares de ojos lo miraban con curiosidad.

Finalmente entró en la tienda de animales y productos agrícolas y se compró pollos, gallinas, conejos, patos y pavos, así como la comida para todos ellos.

-En la tarde te lo llevamos a la granja Saint, no te preocupes-dijo el dependiente beta mientras hacia la factura para que supiese el total.

Luego fue al supermercado donde hizo la compra y también a la farmacia para coger unas cosas que necesitaba, donde más miradas lo asediaron curiosamente.

Solo algunas personas más amables, se acercaron para conocer a Louis sin hacer preguntas y felicitar al omega, mientras otros cuchicheaban a sus espaldas pero este terminó por pasar de todo y no hacerles caso.

Al regresar se encontró el coche del alfa en la entrada de su granja y a este apoyado en las maderas del cercado, mirando a Rayo correr de un lado al otro.

Al regresar se encontró el coche del alfa en la entrada de su granja y a este apoyado en las maderas del cercado, mirando a Rayo correr de un lado al otro

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Este se giró al escuchar las puertas del coche y observó con detenimiento como el omega se bajaba de la camioneta.

-Buenos días Saint, espero que no te importe que haya venido y me acercase a ver a Rayo... Está hermoso.-dijo el alfa.

-Hola, bueno días, no te preocupes- dijo este-...la verdad es que me vienes de maravilla, así puedes ayudarme a sacar la compra sel coche.

El alfa sonrió cuando tuvo cerca a su hijo y pudo acariciando.

-Hola cariño, soy papá, estaba deseando verte de nuevo-dijo acariciándole la mejilla.

-Anda toma, llevalo tú a la cuna-dijo el omega pasándoselo-...yo iré sacando las cosas del coche.

Zee sonreía feliz y orgulloso con su hijo en brazos y entonces entró para dejarlo en su cuna como le había dicho el omega para luego regresar a ayudarle pero finalmente permaneció embobado mirándolo y se olvidó, mientras que este sacó solo todas las bolsas de la compra.

El castaño entró a su casa y negó con la cabeza resignado pues al parecer Louis había robado también toda la atención del alfa y pensó que era su destino, ser siempre el segundo en la vida de Zee.

Primero había sido el dinero, luego otras omegas, luego su granja y ahora era su hijo, aunque por eso último, el omega estaba conforme y feliz.

14. Esperando a mi omega -Parte Tres -Zaintsee -Omegaverse  TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora