Quiero gritarte al oído ,susurrarte entre gritos ,gritarte entre susurros y solo escribirte a ti ,siempre y cuando me recompenses con un suspiro o la frase de aquellas canciones las cuales somos incapaces de tararear, negando que eran para enamorados o el que hayan o no dejado de serlo.
Y solo gritarte a ti para ser la única capaz de reconocer tu nombre y que nadie me calle por hacerlo. Y que de cada grito que lance, el cual alguien decida romper, se despojen cientos de tus nombres y pronombres que jugábamos a ponernos, por miedo de los nuestros propios, por miedo de decir quienes no éramos más que de quiénes éramos, como una mezcla de enmascarada y batalla ,luchando por saber quien se daba más a Romeo o Julieta y acabando está en la tragedia de la simpleza del “Te quiero” cuando haces que escriba únicamente para ti y gritarte solo a ti ,pero sin poder en ninguno de los dos desesperados actos concienciarme sobre tu persona sentenciar ese sin nombre por miedo a temerlo más de lo que me temo a mí misma , más incluso que a todos esos monstruos que vivían debajo de tu cama y también los que vivían quizás no tan debajo de ella, esos que yo venzo por ti cuando no puedes dormir, porque se quedan tanto en ti que olvidas que puedes utilizar una primera persona , una que quiero enseñarte a usar para que seas egoísta como yo y que lo seamos juntas ,solo nosotras, dejando que el resto del mundo expire y se vacié sin mis gritos y tus monstruos.
Y enseñarte a gritarte y susurrarte, para que me recuerdes de vez en cuando que estas ahí, sin irte ni tener que volver ,poder añadirte a todas mis acciones y marcar el singular como innombrable para siempre puesto que las letras eran nuestro material para demostrar más de lo que pudimos llegar a imaginar. Sobrando “Te quiero” o enmascaradas y algún que otro monstruo, menos el mío, nos hacíamos plural cada momento del día ,porque así queríamos ,porque nadie tocaba nuestras palabras ni las cambiaria y solo nuestro plural le gritaba a la luna que se uniera a nosotras en cada noche de insomnio emocional en el que lo único que importaba era el “quédate y juguemos” a las tres de la madrugada, porque solo nosotras dos somos dueñas de las letras de la otra ,gritándonos y susurrándonos cada vez que no llegábamos a sentir a la otra lo suficientemente cerca.
Y sin recordar monstruo o mundo alguno, perdiendo la voz a la vez seguiremos con nuestros insomnios o letras repentinas; o quizás acabar convenciendo a la luna de que nos acompañe, sin dejar de ser un plural egoísta al que se le olvido como hablar y se enterró con susurros y gritos.
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Por todos esos gritos.
RandomEsta vez solo un grito supo sanarme cuando estabas lejos y la historia de amantes que vivían entre susurros y gritos se cierne sobre esta historia,dejando de lado a los demás .