En un comienzo todo fue increíble, el entrar a la cancha sabiendo que el entrenador me había elegido y que mis compañeros eran tan amables conmigo hizo que todo sea increíble. Pero al empezar el partido las cosas fueron cambiando. Me di cuenta que estaba en la cancha. Y aunque sabía que el entrenador era el mejor de todos, seguía estando yo ahí dentro y debía jugar el juego. No era el entrenador quien jugaría por mí, era yo quien jugaría por mí. Yo debía tomar las decisiones, yo debía correr, pensar, levantarme al caer, etc. Si bien tenía el apoyo del resto, era yo quien debía jugar el partido.
Me caí en pleno juego, sentí vergüenza y pensé que estaría decepcionando a todo el equipo. Las cosas no me salían como yo quería, por más de que quisiera hacer algo, hacía todo lo contrario. Es como si no tuviera opción, como si necesitara muchísimas clases de entrenamiento más para poder hacer las cosas como yo quería hacerlas.
Entonces me acerqué al entrenador y le dije que me ayudara. No sabía cómo iba a hacerlo, pero le pedí ayuda.
- Jesús, por favor ayúdame. –le dije.
Me recibió con una sonrisa que expresaba ternura y amor.
- No hay nada que me alegre más que puedas admitir que solo no podés. —me dijo contestó mi persona favorita.
Me explicó que el aro sería la ayuda que necesitaba. No entendí cómo el aro podía ser una ayuda pero simplemente le obedecí, sin entender, y entré devuelta.
Corro hacia el aro, recibo la pelota y me detengo un segundo a pensar qué hacer. Miro el aro y después dirijo mi mirada a Jesús, y en solo un instante entendí cuál era su plan. Aunque lo había entendido, todavía era yo quien estaba en la cancha y debía decidir. Dos jugadores del equipo contrario me rodeaban por delante, era muy difícil lanzar la pelota desde allí. Aunque fue lo que yo quise hacer, el entrenador gritó "¡A TU COMPAÑERO!" y ahí fue donde tomé la decisión de obedecer a quien había confiado en mí desde un primer momento.
Le pasé la pelota a mi compañero, lo que llevó a librarme totalmente de esos dos rivales para que vayan a poner su atención en quien llevaba la pelota. Durante ese momento me sentí un poco triste, porque pensé que tenía la oportunidad de lograr algo grande pero no pude. Hasta que entendí la estrategia del entrenador. Al mirar el aro, me acerqué lo máximo posible. Simplemente porque Jesús me había dicho que mi ayuda estaría allí, y es la meta a la cual todos queremos llegar en el partido. Entonces cuando menos me lo esperaba, mi compañero me lanza la pelota a mis manos, yo la recibo y salto para hacer el mejor dunk que hice en mi vida.
- El maestro siempre nos dice "yo sé las estrategias que tengo para ustedes, son para ganar, no para perder, para que ganen el juego de la mejor manera". — me dijo uno de mis compañeros después de haber anotado ese punto.
Y desde que entré a jugar el juego de esta forma, con Jesús de entrenador, todo es mejor. No porque ya no me caiga en la cancha, ni tampoco porque nunca pierdo un partido, sino porque sé que puedo confiar en quien se sacrificó por mí.
Hace mucho tiempo, el entrenador hizo un viaje por este equipo. Me contaron que fue sin el equipo, porque sabría lo dura que sería esa experiencia. Por esto es que muchos aman tanto a mi entrenador, y paralelamente también muchos lo odian.
Me contaron que el mismo equipo había estado haciendo cosas en contra del creador del básquet. Por lo cual, el entrenador tomó la decisión de ir a luchar por ellos, a fin de reconciliar al equipo con el creador y que así los conflictos no siguieran sucediendo. No solo consiguió que el equipo siga en pie, sino que el creador le dio a nuestro maestro muchas ideas, estrategias, enseñanzas, consejos y la forma correcta en la que deberíamos jugar el juego para así llegar al mejor fin que el creador había diseñado para el juego.
Jesús volvió de su viaje, y desde ese momento nos ayuda desde afuera de la cancha, gritando e indicándonos qué hacer para tomar las mejores decisiones, así como lo hizo conmigo la última vez. Y en los entrenamientos, nos lee el libro que el creador le había dado. Todo lo que sé, lo aprendí de allí.
¿Quién conoce mejor cómo funciona una computadora, que el mismísimo creador de la computadora? Cuando entendí que Jesús había estado con James Naismith, el creador del básquet, y que sus recomendaciones para nosotros eran recomendaciones y estrategias de amor, de bien, para llegar al mejor propósito del juego, entones decidí obedecer lo que me enseñaba. A veces sin entenderlo, y al final dándome cuenta que el creador tenía razón.
"La Biblia" dijo que se llamaba el libro que nos enseñaría a jugar el juego para sacarle el mayor provecho posible. Y es un libro disponible para cualquiera que quiera conocer lo que el creador del juego, dice sobre el juego.
Eso explicaba las marcas que nuestro maestro tenía. En su viaje sufrió mucho, fue algo realmente increíble lo que hizo por su equipo, y por quienes aún no eran parte pero luego decidieron serlo, como yo.
En su viaje por el equipo, todos lo despreciaron y rechazaron. Fue un hombre que sufrió el dolor y experimentó mucho sufrimiento. Cargó y soportó nuestros dolores. El entrenador fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas en aquel viaje, hoy recibimos la paz y fuimos sanados. El equipo merecía un castigo por todo lo que había hecho, pero el entrenador tomó su lugar porque amaba a su equipo. Fue maltratado y humillado, pero nunca se quejó. Aunque inocente, fue considerado un criminal, porque cargó con los errores del equipo, para que nosotros seamos perdonados.
Desde que entendí lo que ese viaje significó, me conmoví por su amor y fue la mayor muestra viva de que sus estrategias y planes dentro de la cancha (aunque a veces en mi opinión puedan parecer incorrectas) son las más perfectas. Porque al permitir que mi entrenador sea una persona que es capaz de hacer algo tan grande como lo que hizo, entonces no tengo motivo para dudar de que los planes que él tiene para mi juego, sean los mejores.
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El juego de la vida.
SpiritualJeremías es un adolescente de dieciocho años, quien describe en este relato, la forma en la que juega el "juego de la vida" desde que tomó una importante decisión que lo cambió todo.