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—Creo que ya me estoy acostumbrando a que no subas cada cierto tiempo —murmuro sentándome en el borde a un lado de la chica de ojos ámbar.

Hoy está de nuevo completamente de negro, tiene una capucha puesta y casi no le puedo ver el rostro.

Está casi en el borde, lo cual me pone los nervios de punta.

—Entonces, ¿De qué hablaremos hoy? —le pregunto logrando llamar su atención.

Ella solo suspira y niega.

—No quiero hablar, por favor —murmura antes de devolver su vista al vacío.

La miro fijamente, me pone nervioso verla tan cerca del borde, una brisa fuerte y se puede caer.

—Oye, vamos a escuchar música —le sugiero, ella me mira de reojo.

Una brisa algo fuerte muevo mi cabello, por inercia tomo a la chica del brazo y la alejo del borde. La capucha cae de su cabeza.

Me mira fijamente, y vuelve a suspirar.

—Escuchemos música —accede.

—Bien,  pero alejados del borde —le indico, ella frunce el ceño extrañada.

—¿Por qué?

—La brisa está muy fuerte, es peligroso —le informo, ella ríe y se inclina sobre el borde. Se mueve como si se fuese a lanzar de cabeza.

—¡Me estás poniendo los nervios de punta! Aléjate de ahí —no puedo evitar acercarme a ella y tomarla del brazo poniéndola de pie.

Ella ríe divertida de la situación.

—Bien, bien, escuchemos música alejados del borde —acepta.

Nos sentamos en el centro de toda la azotea. Ella pone su bolso en el suelo y recuesta su cabeza sobre este, con la vista fija en el cielo.

Saco mis audífonos y le tiendo uno a ella. Me mira por unos segundos para al final palmear a su lado, me da una leve sonrisa y devuelve su vista al cielo.

Coloco mi bolso a un lado del suyo y me recuesto a su lado.

Cuando fijo mi vista en el cielo veo que hay varias nubes.

—Cierra tus ojos —me indica.

—¿Es un pecado negarme a observar la belleza que nos ofrece la naturaleza? —pregunto en un murmuro antes de cerrar mis ojos.

—No lo creo, si lo aprecias de otra manera es ver distintos puntos de la vida —la escucho decir.

¿A qué se refiere con eso?

No tardo en darme cuenta.

El leve calor que los rayos del solo provocan en mi rostro, el leve frío que provoca la brisa, los diferentes sonidos, todo junto. El canto de los pájaros, el sonido de los estudiantes en clase o descansando, la brisa pasando a nuestro alrededor.

Es una obra de arte que muy pocos se detienen a apreciar.

—Me gusta llamar esta sensación como "Naturlig" —abro los ojos al escuchar su voz— El cariño de la naturaleza se siente así, es como un abrazo reconfortante.

Suspiro y miro el cielo, las nubes pasan sobre nosotros.

—Esa nube tiene forma de cono de helado —murmuro apuntando una nube que ya está perdiendo su forma.

—Esa tiene forma de un oso de peluche —apunta a otra nube.

Seguimos así durante un largo rato.

Hasta que nos quedamos en silencio.

—Esto definitivamente sería mejor con música de fondo —ella ríe ante mi declaración.

—Será para la próxima —se levanta y sacude su ropa, toma su bolso y me da una leve sonrisa— Nos vemos, Axel.

Entra en el edificio.

Como me gustaría que me llamaras más por mi nombre.


Conversaciones en la Azotea (LQSMSL #2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora