₱ɌɆ₮₮¥ ₲ƗɌⱠ [Fᴀᴅɪᴇ]

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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Inconsciente.

Él contiene en sus ojos el brillo de mil estrellas pero nadie se lo dijo todavía.

¿Qué se supone que debes hacer cuándo pierdes a alguien que realmente te importa?

¿Le seguiré importando de la misma forma?

¿Me seguirá queriendo con la misma intensidad después de todo esto?

Escribía Finn en su libreta de cómics, sin saberlo aún, sin notarlo, aquellas preguntas le dolían, eran como pequeñas dagas punzantes que cortan lentamente tu cuerpo, disfrutando de cada derroche de sangre, disfrutando de cada uno de aquellos cortes hasta dejarte inconsciente.

Inconsciente. Así se sentía a su lado, parecía perder el conocimiento de todo lo que lo rodeaba, parecía haber perdido la capacidad de percibir y de orientarse, perdía todo pero aún así la tenía a ella y eso era lo que más le importaba. Porque a pesar de que ella se encuentre completamente consciente a su lado, él ya se había perdido, se encontraba sin escapatoria.

Suspiró frustrado llevando ambas manos a sus rizos, realmente extrañaba cuando ella jugaba con su cabello o cuando aquellos ojos oceánicos por fin se dignaban a mirarlo, esperaba aquella mirada durante horas, esperaba que ella notara la existencia de su amor, lo cual era imposible si él lo negaba y aún más si se alejaba.

Eran las 5:30 am del Viernes y Finn no había podido dormir en toda la noche, de hecho ni él ni Noah habían dormido, ya que ambos intentaban descubrir quién era la persona que enviaba aquellas imágenes.

¿Cómo fué que ambos consiguieron reconciliarse?

El día anterior, Jueves a las 19:30 pm.

Finn Wolfhard saltó de su cama y tras tomar su campera salió corriendo de la casa, corrió hasta llegar a su destino, la casa de Noah, casi nunca se juntaban allí, a sus padres no les gustaba recibir visitas, siempre estaban cansados por el trabajo y el castaño hacia un gran esfuerzo por no traerles problemas.

El rizado estaba parado frente a la puerta, con varias dudas en su mente. A pesar de todo, él sabía que Noah no tenía la culpa, al igual que Sadie. Ellos no se merecían aquel trato solo por querer ser felices, tras dudar unos segundos más decidió llamar a la puerta, minutos más tarde la madre de Noah lo había dejado adentrarse en la casa.

──Gracias por dejarme pasar señora Schnapp──agradeció intentando sonreír aunque su rostro indicaba todo lo contrario a alegría.

──No hay de que.. Noah está en su recamara──sonrió amablemente caminando hacia la cocina──¿Quieres algo de beber?