𝔓𝔯𝔬𝔩𝔬𝔤𝔬

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Aquel joven de mirada perdida, ya se de rodillas en el suelo, sus nudillos sangrantes y lastimados habían dejado de chocar contra el suelo ya hacia tiempo. Mientras su acompañante solo se limitaba a llorar pues su mirada llena de cólera e impotencia inundaba su rostro sin saber que hacer, sabia en su interior que esta noticia le destrozaría, pero, ¿Qué podía hacer? ¿Mentirle y fingir que todo estaba bien?, no, el no podía hacer eso, el era su amigo, casi su hermano, ya había pasado por mucho dolor al igual que el; prolongarlo solo haría que el dolor fuera más fuerte.

Mientras tanto aquel joven con el cuerpo y el alma destrozada se lamentaba, quería gritar, maldecir, golpear a todo aquel que pasara, o solo golpear el suelo hasta sangrar y no parar hasta que un charco se hiciera. Solo quería sentir dolor, para que el de su corazón dejara de existir, sin embargo ¿de que serviría? ¿de que serviría sentir algo ahora? ¿Cómo puedes hacer sentir algo que ya está muerto?

En ese momento parecía que el mundo había perdido todo color o sentido frente a sus ojos, no escuchaba, no sentía nada. Al levantar sus manos de forma temblorosa para que estás quedarán a su vista, solo pudo ver cómo la sangre escurría de sus nudillos y sus dedos despellejados y callosos parecían como si sus manos hubieran sido frotadas contra el suelo por un largo rato [nisiquiera las había visto, ¿tan mal estaban?] Pensó, sin embargo y aún con sus heridas no sentía nada ni el más mínimo dolor.

-mi pequeño gorrión, ¿Por qué detuviste tu vuelo antes de que el invierno siquiera se asomara?....-levanto su mirada al azul cielo mezclando con el bello anaranjado del atardecer [que raro, ¿desde cuándo el cielo se puso tan hermoso? ¿Será que el me está mirando ahora?] sus ojos parecían hipnotizados ante aquellos colores pues parecía que con ellos le pedía al cielo o más específico a su amado que le mandara una señal de lo que debería hacer, no estaba dispuesto a dejarlo ir, habían luchado tanto para poder estar juntos que no dejaría que los separan, sabria que no podría vivir sin el y que nadie podría llenar y cuidar lo que el le había dado,{su corazón}. Es ahí que al escuchar las palabras de su acompañante aquel que jamás había mentido ante su presencia, el, el único apoyo que tuvo durante toda su vida, supo lo que debía hacer; pues el pensamiento que había llegado a su mente fue tan rápido como un rayo de tormenta, el camino que su mente había tomado era uno que no tenía retorno, del que posiblemente este sería el último atardecer que vería.

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2023 ⏰

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