Capítulo 2

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Un operativo policial se llevaba a cabo. No era la gran cosa, solo dos móviles con seis oficiales se preparaban para viajar hasta Daegu. Debido a la condición de la mujer hospitalizada horas antes dudaban de la existencia de un hijo en peligro, creían que era una sin casa más al borde de la locura. Sin embargo, debían asegurarse.

Llegando a la zona indicada notaron que había tres casas alrededor de la fábrica. Tal vez los gases tóxicos del lugar no eran suficiente para alejar a las personas que quedaban en aquel sector. Dos oficiales se bajaron a investigar mientras que los otros cuatro se quedaban en las patrullas, y se dirigieron a la primera casa. Uno de ellos se acomodaba el arma en el cinturón mientras que el otro se acercaba a tocar el timbre. Una señora mayor se asomó, la puerta entrecerrada.

―Disculpe, una señora ayer fue hospitalizada. Estamos buscando a su familia y, según lo que dijo, podríamos encontrarla aquí. ―dijo el oficial más bajo.

―No sé de qué señora me habla. ―la mujer estaba por cerrar la puerta, más el oficial la trabó con su pie derecho.

―Es importante, de no ser así no hubiésemos venido. Esta mujer asegura estar en peligro, al igual que sus hijos.

―Perdone oficial...

―Park. Oficial Park Jimin. Él es mi compañero Kim Namjoon.

―Perdone oficial Park. ―repitió la señora― Ahora que lo recuerdo, hace unos años se mudó una pareja con un niño al final de la calle. Pero no salían mucho, solo el hombre. Recuerdo que una vez el niño jugaba en el jardín delantero de su casa, se golpeó y rompió a llorar. Pobre, el hombre salió a darle una paliza por su llanto. De ahí no recuerdo haberlos escuchado más. Pensé que se habían mudado.

―¿Dónde dice que viven? ―habló esta vez el oficial Kim. La mujer, por su parte, cerró la puerta para retirar la cadena y volvió a abrir. Saliendo de su casa para guiar a los oficiales hasta la vereda y ahí indicar:

―Aquella. ―señaló con su mano― Esa es su casa. Tal vez el hombre esté ahí.

Los oficiales se retiraron agradeciendo la ayuda y, con una señal a sus compañeros, se dirigieron hasta la casa celeste al final de la calle. Se la veía bastante descuidada. Pastos altos, una que otra persiana caída y baches donde la pintura se había caído. A simple vista, uno pensaría que nadie habitaba en aquel lugar. Una vez allí, a falta de timbre, tocaron la puerta. Una, dos, tres veces. Nadie respondía. A punto estaban de girar y volver a las patrullas, tal vez volverían en otro momento. Sin embargo, un golpe y un grito los detuvo en su lugar.

―¡TE QUEDAS AHÍ! ¡ESTA VEZ NO DEFENDERÁS A TU MALDITA MADRE! ELLA APRENDERÁ A QUEDARSE EN SILENCIO.

Sorprendido quedó el hombre cuando al abrir la puerta se topó con dos uniformados y, detrás de los mismos, dos patrullas. Irritado el hombre habló:

―¿Qué sucede?

―Tenemos una orden para ingresar y verificar su casa.

―No van a ingresar. ¿Ustedes saben acaso con quién están hablando? Soy retirado de la fuerza, un superior. ¿Quién los autorizó siquiera a venir? ―dijo, enojándose más aún. El hombre cerró la puerta tras él y volvió a encarar a los policías― Les doy dos segundos para que se suban con sus compañeros y salgan de mi prioridad.

Los oficiales se quedaron en shock ante tal descaro. No importaba si fuera o no un superior, tenían órdenes de inspeccionar el lugar. Sacando el papel firmado y sellado se lo enseñaron.

―Tenemos una orden de cateo. Hágase a un lado si no quiere ser detenido por obstrucción a la autoridad. ― el oficial Park intentó avanzar cuando aquel sujeto sacó un arma de la cinturilla de su pantalón, aunque no logró apuntarle pues su compañero logró inmovilizarlo y desarmarlo al instante. Arrojó el arma en dirección a los recién bajados de la patrulla mientras lo mantenía sujeto con las manos en su espalda contra el suelo.

Su nombre es Taehyung - KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora