Te odio...
Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello
Te odio...
Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes
Todo en Gabriel Petrov era equivoca...
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El quinto matrimonio de Nikolai Bréznev, presidente de la Federación de kickboxing, era un evento al cual Iván debía asistir sin importar cuán enojado estuviera con los tipos o cuán injustos se hubieran comportado con él durante el último año.
Todos lo esperaban. Era seguro que su opinión contaba. Esos animales ávidos de chismes estarían allí para sacarle la mejor foto a él y a su pareja.
—Quizá deberíamos quedarnos.
Alejandro negó ante la propuesta de su hermano, que preparaba el desayuno.
—Le dije lo mismo a Iván, incluso le pedí que fuera solo, y no entiende razones. Sé que es un evento importante, ¿qué necesidad hay de pasarla mal?
Carlos sujetó la jarra con el jugo de naranja, vertiéndolo en cada vaso.
Ale se quedó en silencio para luego lanzar la pregunta que deseaba hacerle desde la noche anterior.
—Tú me acompañarás, ¿verdad?
—Es increíble que me hayan invitado a mí también.
—Bueno, por lo que he visto, en todos lados hay más de uno que está encantado contigo.
Había algo en esa afirmación que incomodaba a Charly. El hecho de saber que estarían atentos a él también era molesto.
—¿Vas a salir hoy?
—Dentro de un rato.
—Si quieres, puedo llevarte.
—No es necesario, es solo un paseo. Iré caminando.
—¿Seguro?
—Sí, tranquilo. —La sonrisa dudosa de nuevo.
Alejandro tenía tantos interrogantes sobre la conducta de su hermano desde que él e Iván habían regresado de Londres y no se animaba a llevarlos adelante.
—¿Confías en mí?
—Seguro, ¿por qué no lo haría?
Una respuesta rápida y sin fisuras, pero había algo en los ojos esquivos de Carlos que develaba que estaba ocultando cosas.
—Olvídalo, son tonterías.
Charly llevó la copa de jugo a sus labios y colmó su garganta, que estaba secándose.
—Vanya salió con su novio. Regresará esta tarde —aludió el médico, que agarró las tostadas para untarlas con mermelada.
—¿Iván lo sabe?
—¿Crees que lo hubiera permitido si supiera? —Ambos rieron. Estaban metidos en un gran lío por culpa de esa adolescente—. Puso esa carita tierna, y fue irresistible. Ya me las arreglaré cuando su hermano pregunte por ella.
Un mensaje llegó. Carlos tomó el celular de inmediato y sus dedos se movieron velozmente para bloquear la pantalla de nuevo. Alejandro, quien desde hacía poco estaba atento a todos sus movimientos, hurgó un poco más allá.
