El laberinto de las penumbras

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El grupo camina sin rumbo por el pasillo, cegados por el único color que veían en todos lados. Hace menos de unas dos horas que habían entrado al pasadizo y las cosas no iban muy bien, hacia calor en el aire pero al tocar las paredes se sentías demasiadas frias. Ya que como estaban a completa oscuras todos avanzaban con la espalda pedagada a la pared (a excepción de la joven Patana) y agarrados de las manos, como una cadena humana

Martino era el segundo que estaba al frente, el era su guía en esa fuerte obscuridad y mientras tanto les daba las merecidas explicaciones al resto del porque de todo esto

—Descubrí estos pasillos por accidente...por mis aventuras aqui e visto que estas cosas recorren toda la mansión— Explica el mayordomo
—No se para que pedo sirven o quiénes las construyó pero algo es seguro, podremos encontrar las entradas a otras habitaciones pronto...Bueno, si pudiera ver algo—

—¿¡Entonces estaremos atrapados aquí!?— Pregunta Policarpo asustado

—Por un rato, si o si deberíamos dar con una salida secreta— Dice Martino
—Hay una que te saca al patio trasero del vecino, si la encontramos ¡Podremos irnos directamente de aquí!—

—En pocas palabras estamos caminando a nuestra suerte— Deduce Avendaño con escepticismo

—¡Va! Si lo dices así suena malísimo— Le reprocha el sirviente

—Que bien...—

Aún avanzaban, lentamente con cuidado en cada pisada que deban, arrastrando la espalda y con las manos agarradas firmente entre ellos. Patana estaba al frente de todo pero no pegada contra la pared o sostenida de una mano como el resto ya que aún necesitaba la silla para poder moverse apropiadamente por lo que el sirviente con un solo brazo le manejaba el asiento mientras que con su otro brazo sostenía la sudorosa mano de la azafata a la vez que ella sostenia la mano plastificada de Policarpo y el sosteniendo la peludita mano del canino, siendo el último de todos la criatura de lunares con un brazo libre urgando en su espalda

Mario Hugo, como alguien normal y chihuahua que es la obscuridad lo ponia muy nervioso

—¡Huchimingo espero que ya saques una linterna o algo que nos ilumine!— Habló Mario Hugo, un poco alterado

El espécimen estaba frustrado, no veía absolutamente nada y tenía que guiarse por el tacto y el aroma que el objeto tenía para distinguirlo, le era muy difícil

—¡Mario, tampoco puedo ver algo!— Exclama enojado Huchimingo
—¡Tengame paciencia! Aún estoy buscando una linterna—

—Nadie te apresura, Huchi solo digo que es mejor que te apresures— Le contesta Mario Hugo

—¡Es lo mismo!— Se queja el animal

La azfata esta tan agobiada que rápidamente se harta de la reciente discusión y de estar complemente a oscuras

—¡Ya callense! ¡Huchimingo, concentrece en buscar una linterna o algo que ilumine!— Les ordenó Catalina

El ser de lunares sigue hurgando en su espalda entera y en ese momento llega a sacar un artefacto de forma silindrica, con sua dedos puede sentir que tiene goma y un helado metal como material en su exterior. Huchimingo se siente esperanzado así que apreta cualquier cosa que luciera como un botón, sin importarle las otras posibilidades que sería tal objeto

 Huchimingo se siente esperanzado así que apreta cualquier cosa que luciera como un botón, sin importarle las otras posibilidades que sería tal objeto

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mσnσlσcσ||31 Minutos (Tudoque)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora